Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Cómo se creó la primera nieve artificial

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Langmuir, Vonnegut y Schaefer examinan la primera nieve artificial
nieve artificial
GE PHOTOGRAPHIC COLLECTION Y MUSEO Y SUITS-BUECHE PLANETARIUM

ANTECEDENTES

Los primeros intentos de modificación artificial del tiempo se remontan a las primeras décadas del siglo XX. Por aquel entonces no se conocían muchos de los procesos que intervienen en la formación de las gotas de lluvia, los granizos o los copos de nieve, por lo que aquellas primitivas experiencias eran tan poco efectivas como intentar matar moscas a cañonazos. La cosa comenzó a cambiar en la década de 1940, gracias al descubrimiento del químico norteamericano Vicent Schaefer, quien de forma casual provocó la formación de una nube de cristalitos de hielo en el interior de un congelador que tenía en su centro de trabajo, el Laboratorio de Investigación de General Electric, en EE. UU. Aunque su primera intención era provocar solo un descenso de temperatura en la cámara frigorífica mediante la introducción de un trozo de hielo seco (CO2 en fase sólida), comprobó que se formaba una nube de cristales de hielo a costa del agua superenfriada presente en el aire encerrado en el congelador.

 
Schaefer se dio cuenta rápidamente de la importancia de su hallazgo: estaba a su alcance la ansiada siembra de nubes, lo que, en teoría, podría provocar lluvias o nevadas de manera artificial. El 13 de noviembre de 1946 tuvo lugar su primer experimento de campo, dentro del llamado proyecto Cirrus. Tras sembrar desde un avión hielo seco en una nube situada al norte del estado de Nueva York, se desencadenó una nevada en las cercanías del monte Greylock, al oeste de Massachussets. Experiencias similares comenzaron a repetirse en diferentes lugares del mundo, contabilizándose en parecida proporción los éxitos y los fracasos. Pronto se vio también la posibilidad de impedir que una tormenta diera lugar a una fuerte granizada, de consecuencias siempre fatales para los cultivos.