¿Y si una pastilla sustituyera al deporte?

Por ahora, se trata solo de una posibilidad teórica, aunque algunas investigaciones estudian cómo convertirla en realidad.

El bienestar emocional, el ejercicio físico y una buena alimentación, claves para alargar la vida.
Para democratizar este estado de bienestar físico, los científicos están desarrollando una píldora del ejercicio.

Hasta ahora, estar en forma era una condición reservada solo para las personas constantes y concienzudas. Para democratizar este estado de bienestar físico, incluyendo hasta a los más perezosos, los científicos están desarrollando una píldora del ejercicio. ¿En los sueños de cuántas personas se habrá colado esta ilusión? Por el momento, se trata solo de una posibilidad teórica, aunque algunas investigaciones estudian cómo convertirla en realidad.

Uno de los primeros fármacos desarrollados para conseguir este objetivo fue el GW501516 -más conocido como la píldora 516-. Desde el año 2007, el científico Ron Evans, del Instituto de Estudios Biológicos Salk, en San Diego, lleva trabajando en esta pastilla, cuyos efectos, publicados en la revista 'Cell' en 2008, replican a los del ejercicio en un gen en particular, el PPAR-delta, "que desencadena la misma reacción bioquímica que ocurre cuando alguien corre un maratón", explicaba su creador.

Tras un primer intento fallido, debido a que los ratones en los que se probó desarrollaron muchos tumores, una versión menos potente y "menos tóxica" del 516 ha regresado al laboratorio de la mano de Evans.

"¿Y si hiciéramos una pastilla que desencadenara esas alteraciones?"

Desde las universidades de Sídney y Copenhague, los equipos de investigación de ambas instituciones realizaron un estudio conjunto sobre esta cuestión que se publicó en el medio especializado 'Cell Metabolism' en 2015. Para llevar a cabo este trabajo, los científicos examinaron el músculo esquelético de cuatro hombres sanos a los que se les practicó una biopsia antes y después de realizar 10 minutos de bicicleta estática.

Este análisis dio como resultado que el entrenamiento producía más de 1.000 cambios moleculares en los músculos esqueléticos, provocando sus conocidos beneficios. "¿Y si hiciéramos una pastilla que desencadenara esas alteraciones?", se plantearon los investigadores.

Para David James, uno de los miembros del equipo que realizó este estudio, "el ejercicio es la terapia más potente para muchas enfermedades: diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares y trastornos neurológicos. Sin embargo, para muchas personas no es viable. De ahí que buscar un fármaco que imite sus beneficios es algo más que un capricho", sentenció.

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