Someterse a operaciones, a tratamientos de belleza o invertir una gran cantidad de dinero en productos cosméticos. La obsesión por mantenerse joven ha estado presente en todas las épocas de la historia, como se muestra en diversas leyendas, sin embargo, con el aumento de la preocupación por el aspecto físico que se ha desarrollado en los últimos tiempos, el temor a envejecer está cada día más activo en la sociedad. Las marcas de belleza utilizan este miedo para ofrecer cientos de productos que se presentan como el gran aliado para luchar contra el paso del tiempo. Unos ‘elixires de juventud eterna’ que cuentan con una alta demanda y que casi nunca logran alcanzar las altas expectativas que prometen. Pueden atenuar los cambios, pero no acabar con un proceso natural. Aunque para algunas personas los estragos propios del aumento de edad son algo completamente normal, para otros se convierte en una verdadera obsesión, es lo que se conoce como la gerascofobia. Este temor irracional a envejecer afecta en gran medida a las personas que lo padecen, sufriendo importantes episodios de ansiedad extrema.

Un miedo que condiciona el día a día y que va mucho más allá de la simple preocupación por mantener un cutis intacto. Las personas que sufren esta fobia se horrorizan con los cambios que se manifiestan debido al paso de los años, no solo los que afectan a su apariencia, también la posibilidad de tener que depender de los demás, el empeoramiento del estado de salud o  la pérdida de la movilidad.

Cada caso tiene diversas manifestaciones. Además de los ataques de ansiedad, puede provocar aislamiento social o desapego de la realidad, por lo que es necesario recurrir a la ayuda psicológica para conseguir superarlo. La terapia cognitivo-conductual, la desensibilización afectiva o la programación neurolingüística (PNL) han demostrado ser muy eficaces en la superación de este temor.

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