"El trasplante de médula es algo muy duro, pero yo viví momentos de esperanza"

Elena González Estella, de 30 años, se sometió a un trasplante de médula ósea en 2011, seis años después de que le diagnosticaran leucemia. Una vez recuperada, esta zaragozana, estudiante de sexto de Medicina, escribió una carta de agradecimiento a su donante anónima, una joven portuguesa.

Elena González Estella, trasplantada de médula, está acabando Medicina en la Universidad de Zaragoza.
Elena González Estella, trasplantada de médula, está acabando Medicina en la Universidad de Zaragoza.

La zaragozana Elena González Estella, de 30 años, tiene varias fechas grabadas a fuego en su calendario. En 2005, con 18 años, le diagnosticaron una leucemia linfoblástica aguda. "Estaba en mi primera semana de Universidad, con todas las ganas que tenía de comerme el mundo, y me dijeron que iba a estar ingresada tres o cuatro meses. Todo lo que tenía en la cabeza, planes de vivir fuera, experimentar... se fue truncando", recuerda esta joven diplomada en Nutrición y Dietética que estudia en la actualidad sexto de Medicina.

Cinco años después de aquel diagnóstico que cambió su vida, la joven tuvo una recidiva y se sometió a un trasplante de médula ósea procedente de un donante anónimo en agosto del 2011, en el Hospital Marqúes de Valdecilla de Santander. "Cuando tienes este tipo de enfermedades hemato-oncológicas, no siempre la quimioterapia es el tratamiento curativo. Un determinado porcentaje de pacientes pueden volver a recaer y una alternativa para la curación de este tipo de enfermedades es el trasplante de progenitores hematopoyéticos, comúnmente conocido como trasplante de médula ósea", explica. En su caso, pese a tener un hermano, no resultó así, pero gracias a la solidaridad de una persona anónima esta zaragozana tuvo una segunda oportunidad de vivir y seguir cumpliendo sueños. Tras diplomarse en Nutrición y Dietética en Huesca se matriculó después del trasplante en la Facultad de Medicina de Zaragoza. Mientras hace un descanso en su rutina diaria de estudio cuenta que, aunque no está del todo "segura", entre sus opciones está especializarse en Hematología. "Lo tengo en mente, pero no sé si sería capaz de enfrentarme ahora mismo a personas que han padecido lo mismo que yo. El Trabajo de Fin de Grado sí que lo voy a hacer sobre mi tipo de leucemia, pero ahora tengo que terminar la carrera, hacer el MIR, y pensarlo todo bien", afirma esta futura médica, que hoy es voluntaria de la asociación Dona Médula Aragón.

El trasplante de médula es algo muy duro, pero yo viví momentos de esperanza

Elena González, en su "sexto cumple" de vida, que celebró el pasado agosto.

De la fundación y el resto de pacientes que en ella ha conocido solo tiene buenas palabras, porque es consciente de la "gran labor" que realizan para salvar vidas. "Yo antes era muy reacia, no me gustaba hablar de lo que me ha pasado, pero a raíz de conocer a más personas, entre ellas a José (trasplantado), cambié mi forma de pensar. La asociación hace una labor increíble, no solo a la hora de informar, sino que está creciendo ayudando a pacientes y familiares, y aunque este año estoy más descolgada por los estudios y la oposición, creo que tenerlos cerca siempre ayuda porque somos gente muy positiva que siempre mira hacia adelante", subraya González.

Ahora, ya recuperada, esta joven treintañera hace balance de una enfermedad que "aunque es parte de tu vida, no es tu vida", y con su testimonio trata de alentar a otros que estén pasando por lo mismo. "Tu vida no puede girar sobre una enfermedad grave que has tenido, y después de pasar esa época tienes que mirar hacia adelante porque eso está en tu mochila, pero la vida continúa. En mi caso, gracias a la ciencia, esta es mi forma de pensar y es así como lo veo", confiesa esta joven médica.

La Fundación Josep Carreras, impulsora del Registro de Donantes de Médula Ósea (Redmo), le dio la oportunidad de enviar una carta de agradecimiento a la donante anónima que le devolvió la vida. "Lo hice más recuperada, porque el trasplante es algo muy duro y los primeros meses no fueron fáciles, pero luego le escribí por haber tenido la valentía de dar ese paso y dar una parte suya para poder salvarme", relata agradecida esta zaragozana. La identidad de su donante anónima la desconoce, pero sabe que es una joven portuguesa de Oporto. Cuando supo que los médicos habían encontrado a esta "alma gemela" en el país vecino vivió un momento de esperanza, porque sabía que era el último. "Son días muy malos, porque durante el trasplante sabes que vas a estar un mes aislado, sin que tus familiares te puedan tocar, duchándote con agua estéril... pero pese a todo para mí era un momento de esperanza; sabía que a raíz de ahí yo podría continuar con mi vida y con todos esos proyectos a corto plazo que tenía". Y, de hecho, así fue. En junio recibió su última quimio y, siete años después, en apenas unos meses, se habrá licenciado en Medicina. "Es algo fabuloso", resume con una sonrisa.

"Almas gemelas"

Desde la Fundación Dona Médula Aragón subrayan que el trasplante de Elena no deja de ser "excepcional", dado que la "suerte" de encontrar un familiar compatible como donante de médula ósea ocurre en uno de cada cuatro casos. "Tres de cada cuatro pacientes dependen de una 'alma gemela' que está en algún lugar del mundo para poder realizarse el trasplante", insiste José González Pueyo, de 57 años. A este voluntario le diagnosticaron una leucemia mieloide aguda hace una década, y seis meses después se sometió también a un trasplante gracias a su hermana. "El gran problema que tenemos es que somos bastante incompatibles unos con otros. Tanto Vicente (compañero de la asociación) como yo somos bastante afortunados porque encontramos a un familiar compatible, pero el gesto más altruista viene de gente anónima que con un pequeño esfuerzo da la oportunidad de seguir viviendo a alguien y eso es lo más bonito, que aquí se dona en vida", sentencia este paciente.

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