Al hablar de metabolismo nos referimos a todos los procesos químicos del organismo que queman grasas y energía. Las tres variables que inciden en el metabolismo son la alimentación, el estilo de vida y el tejido corporal. Por lo que respecta al tejido corporal es una cuestión genética, por lo que poco cabe hacer, pero sí que tenemos capacidad de maniobra en la forma de alimentarnos y en nuestro estilo de vida. En cuanto a las costumbres vitales, la actividad es lo más saludable.

Respecto a lo que comemos, existen alimentos que ayudan a acelerar el metabolismo, con lo que grasas y calorías se queman más rápido, y son productos que haremos bien en incluir en nuestra dieta. De la misma manera, deberemos evitar esos que otros que ralentizan nuestro metabolismo basal.

Estos son los principales alimentos que ralentizan nuestro metabolismo y de los que debemos huir (sobre todo si se quiere adelgazar):

1. Carbohidratos refinados. Es la que contiene harina blanca y, por tanto, el pan y la pasta elaborados con ella. Al contrario que los carbohidratos complejos, tiene poquísima fibra, por lo que es efecto sobre el organismo es el de volverlo lento. Mejor elige harina integral y sus derivados.

2.- Azúcar y dulcificantes. Nadie te impide echar una cucharilla de azúcar al café, pero sería mejor que lo endulzaras con dulcificantes naturales y evitar, o al menos reducir, los alimentos preparados en cuya composición aparecen azúcares refinados, como los pastelitos y bollería industrial. Los mismo se puede decir de las bebidas azucaradas y carbonatadas: terminantemente prohibidas, si se quiere despertar el metabolismo.

3. Carnes y embutidos. Proporcionan una notable aportación proteínica, pero son demasiado pesados y difíciles de digerir. Por tanto, si se está buscando adelgazar, mejor evitar las dietes hiperprotéicas a base de carne roja y embutidos.

4. Conservas vegetales. Es una verdad incómoda, porque nos gustan y nos resuelven cómodos, pensar que los frascos de verdura, que tan fáciles son de preparar, nos proporcionan una dieta sana. Pero lo cierto es que esas verduras han perdido casi todos los ingredientes básicos. Lo mejor es, claramente, la verdura fresca y, en el caso de las legumbres, también las secas.

5. Leche de vaca y derivados lácticos. Atención a un consumo excesivo, porque son una fuente insospechada de grasa y es fácil caer en el exceso.

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