Una mano amiga para los prematuros del Servet

La Asociación Estelar ha donado 14 unidades de Mano Palmira a la Unidad de la UCI de Neonatos del Hospital Miguel Servet de Zaragoza.

El doctor Rite y Pilar Guallart, con una Mano Palmira
El doctor Rite y Pilar Guallart, con una Mano Palmira
C. I.

Con motivo de su primer año de vida, la asociación aragonesa Estelar ha confeccionado un total de 14 Manos Palmira, unos antebrazos artificiales capaces de mejorar el tratamiento y el desarrollo de los prematuros que ingresen en la UCI de Neonatos del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza. Hasta la fecha el centro no disponía de este aparato y en su lugar se utilizaban guantes de látex rellenos de agua.


Esta "mano amiga" procede de un invento anterior, la Mano Zaky, un

antebrazo artificial confeccionado por una ingeniera que también tuvo un bebé prematuro. "Tras un accidente en el hospital en el que estaba su hijo, descubre que su bebé está bien y que reposa plácidamente en el antebrazo de una enfermera sin ningún tipo de estrés. En ese momento comprende la importancia del brazo para el pequeño", explica Pilar Guallart, presidenta de Estelar.


Debido al éxito de este tratamiento sobre los bebés prematuros y al descubrir que el Miguel Servet carecía de esta herramienta, la asociación a través de Pilar Falcón, decide ponerse manos a la obra para subsanarlo. "Tiene las mismas medidas que un antebrazo adulto, pesa 450 gramos y va rellena de una granza muy pequeña a modo de unas lentejitas, aquí reside la importancia", relata Guallart. No solo sirve para corregir posturas, sujetar sondas y chupetes y contener al pequeño. "Lo mejor es que ayuda a que los neonatos no se sientan solos mientras están en la incubadora, ya que se les entrega a los padres para que se las lleven a casa y se impregnen de su olor", añade. Se trata de un modelo que no va a comercializarse: "Ha sido una iniciativa exclusiva para el Miguel Servet".


Guallart sabe perfectamente lo duro que es vivir una experiencia de estas características. "Mi hija ha perdido dos hijos por nacimientos prematuros, fue algo horrible emocionalmente. La sociedad no quiere verlo pero ocurre y no hay nada peor", recuerda. "Recuerdo cómo mi nieto mayor miraba a su hermano tan pequeñito, lo veía como algo raro… comencé a tejer gorritos de colores para cambiarlos por la venda que llevaba en la cabeza". Y después de los gorritos vinieron las mantas, los arrullos, los patucos… y nació Estelar. "Yo solo soy una abuela loca por tejer que tejía para que su nieto no viese a su hermano como a un ser extraño", concluye.


Gracias a su labor, pacientes como Erol y Olga llevan un poco mejor su estancia en el centro hospitalario. "Es muy duro… Pero cuando bajas a ver por primera vez a tu bebé y ves que hay gente pensando en ellos, en darle color a la habitación, intentando que no parezca un hospital, se hace un poco más llevadero", asegura Olga, que permanece tumbada con el pequeño Erol sobre su vientre. "Sabes que en todo momento puedes hablar con gente que ha pasado por esto y es muy importante", añade.


Erol, nombre turco que significa valiente y luchador, ingresó en la UCI de neonatos a principios de mayo. Nació con tan solo 25 semanas y 800 gramos. "Se llama como su padre. Fue todo tan de repente que no tuvimos tiempo de pensar en nombres. Lo único que quieres es que salga adelante…"


80 niños al año en el Servet

La UCI de Neonatología del Miguel Servet tiene una capacidad de albergar hasta 14 recién nacidos. Niños con problemas que pueden ser críticos, la mayoría relacionados con la prematuridad extrema. A pesar de que la natalidad ha disminuido en Aragón, en los últimos años las tasas de prematuridad han aumentado. "En 2008 tuvimos el máximo de partos aquí (5.040), de los que 78 fueron de menos de 1.500 gramos. Este año con 900 partos menos, hemos tenido 84. El número absoluto no baja porque la proporción de prematuros es mayor. Al año tenemos entre 80 y 85 niños menores de 1.500 gramos", explica el doctor Segundo Rite, responsable de la Unidad de Neonatos del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.


La prematuridad depende de la edad gestacional en el momento del nacimiento. "El límite de viabilidad son las 23 o 24 semanas. En ese momento las probabilidades de sobrevivir, aunque aumentan, siguen siendo reducidas", asegura el doctor. Entre las causas, asegura que parece existir "una relación directa con las técnicas de reproducción asistida que conlleva que haya más gestaciones múltiples que presentan mayores tasas de prematuridad", y, aunque de manera menos directa, la edad de la madre, aumentando el riesgo en los extremos.


Desde el momento en el que el niño deja de estar en situación crítica, normalmente tras superar las primeras 24 horas, el contacto con sus progenitores es esencial. "Intentamos simular un ambiente lo más parecido posible al del útero materno aunque evidentemente no se consigue pero tratamos de avanzar en medidas de confort para el recién nacido". En estos casos, los pequeños no están preparados para tal cantidad de estímulos externos: luces, ruido, la manipulación continuada derivada de las pruebas médicas… "Para ellos supone una situación extremadamente estresante", añade del médico. Por eso, este tipo de cuidados, unidos a herramientas como la Mano Palmira, se convierten en medidas básicas. "Nos ayuda a posicionar al niño, la sensación de discreto peso en la carita les relaja, se está convirtiendo en rutina habitual", concluye.


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