​El consumo de alcohol baja, pero hay más adolescentes que beben

Los hombres de bajo socioeconómico o educativo son más propensos a tener un consumo peligroso.

FECAPARAGON pide zonas 'Sin alcohol'
Cientos de jóvenes se reúnen para beber en las fiestas del Pilar. (Archivo)
Heraldo.es

El consumo de alcohol en el conjunto de los países de la OCDE se redujo un 2,5 % entre 1992 y 2012, mientras que en la década de los años 2000 se incrementó la proporción de menores de 15 años que beben y que se emborrachan.


Estas son algunas de las conclusiones de un amplio estudio sobre el alcohol publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que subraya -a partir del examen de resultados en Alemania, República Checa y Canadá- que diversas políticas pueden reducir su consumo abusivo entre un 5 y un 10 %.


En la pasada década, la proporción de niños y adolescentes de menos de 15 años que no habían probado el alcohol se redujo del 44 % al 30 % entre los chicos y del 50 % al 31 % entre las chicas.


Además, los chicos por debajo de esa edad que se habían emborrachado, subieron del 30 % en 2000 al 43 % en 2010 y las chicas del 26 % al 41 %.

En esa misma línea, se ha constatado en los últimos años que hay un aumento en la proporción de jóvenes (sobre todo mujeres) que alcanzan niveles de consumo considerados peligrosos (140 gramos de alcohol puro a la semana para las mujeres o 210 para los hombres) o que beben mucho con carácter esporádico (5 a 8 bebidas en una sesión).


Los autores del informe explican que los hombres con un nivel bajo socioeconómico o educativo corren un mayor riesgo de tener un consumo peligroso de alcohol.


Algo que, paradójicamente, en el caso de las mujeres ocurre a la inversa: cuanto más formadas están o disponen de más medios socioeconómicos, tienen más posibilidades de encontrarse en situaciones para abusar del alcohol.


La OCDE calcula que el consumo del alcohol es responsable de una perdida de productividad del orden del 1 % en la mayor parte de sus países.


Para hacer frente a los efectos sobre la salud, pero también sobre la economía, señala que diversas políticas pueden conseguir una reducción del 5 % al 10 % en problemas como la dependencia del alcohol o la bebida excesiva.