El primer caso de ébola que la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene constancia se produjo en las navidades de 2013. Un pequeño, Emilie, fue la primera víctima de esta pandemia que ha arrasado Sierra Leona, Guinea y Liberia. El pequeño, el paciente cero, vivía en Meliandou, una remota aldea guineana. Emilie murió y se convirtió en la primer menor fallecido por culpa de este virus atroz, que ha infectado a más de 5.000 pequeños en el último año, según Unicef. El organismo de Naciones Unidas aseguraba, además, que más de 16.000 pequeños han perdido a algunos de sus padres. Pero el drama de estos pequeños supervivientes no acaba.

Muchos de estos huérfanos han sido repudiados por sus familiares por miedo a ser contagiados, aunque estuvieran sanos. Incluso los vecinos han llegado a echarlos de las aldeas, acusando a los menores de brujería por haber sobrevivido a la terrible enfermedad, que tiene una mortalidad del 50%. "Algunos de estos muchachos han llegado a nuestro centro sin poder hablar ni caminar", explica el misionero Jorge Crisafulli, responsable de los Salesianos en los países de habla inglesa del África Occidental.

Este centro, el Interim Child Care Centre , ha tratado a más de 200 niños de entre 4 y 17 años en los últimos meses, donde han ido recuperando "el ánimo y la salud". Y también han encontrado la ayuda necesaria para recuperar lo que es suyo. Muchos desaprensivos han aprovechado la situación para quedarse con las tierras que debían heredar los huérfanos. "Hemos contratado abogados para que defiendan sus derechos", asegura Crisafulli.

La crisis del ébola cumple hoy un año desde que la OMS la calificó como epidemia. Un año en el que se han infectado 24.701 personas y ha acabado con la vida de 10.194. Pero, además, ha provocado toda una hecatombe social y económica, ya que ha acabado con cualquier iniciativa empresarial en la zona y ha arrasado con los endebles sistemas sanitarios de los tres países más afectados acabando con muchos de los planes que llevaban a cabo los gobiernos y las organizaciones que trabajan sobre el terreno.

Así, la OMS alertó de que se pueden producir brotes de sarampión, tos ferina o varicela porque se han eliminado los programas de vacunación por culpa del ébola. "Cualquier interrupción de los servicios de inmunización, aunque sea por periodos cortos, se traducirá en un aumento de brotes", apunta el doctor Jean-Marie Okwo-Bele, director de Inmunización, Vacunas y Productos Biológicos de la OMS.

Por este motivo, las organizaciones no gubernamentales solicitan a los países occidentales que se impliquen en la lucha contra el ébola que, por ende, traerá una mejora -aunque sea pequeña- contra el resto de las enfermedades. Porque si algo coinciden las ONG es que la guerra contra el virus sigue día a día, sin cuartel. Y con terribles consecuencias. Un estudio elaborado por Acción contra el Hambre y la Universidad Federico III de Nápoles asegura que este año pueden estar en riesgo alimentario miles de personas.

En el escenario más optimista, se trataría de 50.000 personas más este año, que podrían llegar a ser 700.000 en el peor de los casos. "Podemos decir que el ébola ha venido para quedarse, y será un nuevo enemigo que tendremos que combatir", apunta el director general de esta ONG, Olivier Longué. "Las cifras son similares a las de agosto del año pasado. Bajar la guardia ahora podría implicar un repunte a cifras similares a las que se llegaron a finales del 2014. Aún queda mucho por hacer", remacha José Félix Hoyo, vocal de Operaciones Internacionales de Médicos del Mundo.

Porque esta pelea no da respiros. Liberia registró el viernes el primer caso de ébola en dos semanas. Un pequeño chasco para el país, que esperaba salir ya del túnel. Peor van las cosas en Sierra Leona, donde el ébola ha matado a unas 3.700 personas. El Gobierno ha decretado un toque de queda entre el 27 y el 29 de marzo.

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