Cinco accidentes sexuales increíbles pero reales

Sexólogos y educadores advierten del uso de determinados objetos en las prácticas sexuales que podrían provocar "desgarros graves".

Schmidt, escayolado por una rotura de pene, en un capítulo de la serie estadounidense 'New Girl'.
Schmidt, escayolado por una rotura de pene, en un capítulo de la serie estadounidense 'New Girl'.
Ray Mickshaw/FOX

Fracturas y roturas de pene, desgarros vaginales y anales provocados por diferentes objetos -entre ellos, lacas, desodorantes y otros aerosoles-, miembros "crujidos" por el uso de anillos, infecciones provocadas por la mala utilización de productos de higiene íntima e incluso daños de tipo "compresivo" motivados por el consumo de medicamentos para favorecer la erección. Parecen más propios del cine X o de una comedia americana, pero ocurren en la vida real. Los accidentes sexuales más inusuales se suceden en las diferentes consultas de Urgencias de los hospitales sin dejar de ser motivo de sorpresa para los profesionales sanitarios a los que les toca atenderlas. 


"Cuando hay una práctica sexual muy violenta o se recurre a ciertos juguetes eróticos y objetos -como bombillas e incluso botellas- se produce un vacío y ocurren fisuras anales o vaginales, que en ocasiones dificultan que el material en cuestión pueda ser extraído, lo que podría generar desgarros graves", advierte el psicólogo clínico Miguel Ángel Cueto, Secretario general de la Federación Española de Sociedades de Sexología y director de CEPTECO.


Estas situaciones son más bien "excepcionales", pero según confirma el personal sanitario de Urgencias, en ningún caso son solo "historias ficticias". Y es que, al igual que el mujeriego de Schmidt en la popular serie americana 'New Girl', también hay casos reales de hombres que han acabado con el pene escayolado tras mantener una práctica sexual de riesgo. "En muchos casos la realidad supera a la ficción", afirma un sanitario de Urgencias de Zaragoza que en una ocasión tuvo que asistir a un hombre que acabó en quirófano con una manzana atrapada en el recto. "Hay algún paciente al que la propia manera de introducir el pene en la vagina le ha desencadenado una rotura de pene y tuve casos en los que hubo que operar", relata, por su parte, el doctor Cueto.


El consumo de drogas está ligado a los accidentes "más inusuales"

Los accidentes más "inusuales", aquellos que guardan relación con el uso de objetos de cristal o de gran tamaño, suelen están relacionados -en palabras de este especialista- con situaciones en las que "uno no tiene cierto sentido de la lógica". Así pues, los sexólogos insisten en que de hacerse las cosas "con precaución" y "consenso", no tiene por qué ocurrir ningún accidente sexual en la práctica. "Lo normal es que en estos casos, cuando existe un juego erótico entre dos, sea consensuado, seguro y sensato. No obstante, este tipo de prácticas las trabajamos cuando la persona ha perdido el control, bien por recurrir al alcohol o a algún otro tipo de drogas", explica Cueto.


Esta es una de las cuestiones que más preocupan a los especialistas, pues el consumo de cocaína y otras drogas recreativas provoca una "desinhibición" de la propia conducta, pudiendo infligir un gran daño o asfixias a la otra persona, que en los casos más graves puede conllevar la muerte.


"Cuando alguien necesita una gran estimulación, tanto para generar violencia como para recibir en relación al orgasmo, lo más habitual en estos casos es que las drogas estén presentes y eso supone un elemento muy negativo porque se desconoce el límite del dolor", subraya este psicólogo clínico que atiende en consulta casos "complicados" en los que hay que "intentar modificar esa conducta" haciendo un análisis funcional del paciente, de sus fantasías y de sus emociones.


Educación sexual para cumplir unos límites

A pesar de todo, este especialista insiste en que "si las personas tienen un cierto cuidado y no se sobrepasan los límites pactados", las prácticas que expone la narrativa del BDSM (bondage, dominación, sumisión y sadomasoquismo) son una manera más de disfrutar sexualmente y para nada constituyen en sí mismas "algo patológico".


"La visión que hay que tener sobre el sexo tiene que ser positiva y debe estar ligada a la educación y la información. Existen patologías graves, pero es posible evitarlas si se cumplen una serie de límites", matiza este experto.


En cualquier caso, la prevención sigue siendo la mejor medida para evitar este tipo de accidentes; y también, aquellos que son más comunes en la práctica, como el contraer enfermedades de transmisión sexual. "Los seres humanos somos polimórficos al demostrar nuestro afecto, pero siempre hay que evitar ese riesgo, sea el VIH y otras ETS, como cualquier tipo de asfixia o daño", puntualiza el doctor Cueto.


Enrique Lamborena es uno de los voluntarios que se encargan de hacer la prueba de VIH a quienes se acercan a la asociación aragonesa Omsida y reconoce que, por desgracia, todavía queda mucho trabajo por hacer en este ámbito. "Aquí constantemente nos viene gente que no tiene intención de emplear el preservativo y se vienen a hacer la prueba porque quieren saber si lo han cogido o no… Tienen una cierta responsabilidad entre comillas, pero no están haciendo lo correcto", afirma.


El accidente más común hoy en día sigue siendo el contagio y, aunque en esta asociación se hable más del virus del VIH, existen diferentes enfermedades de transmisión sexual -como la sífilis o el virus del papiloma- que de no cogerse a tiempo podrían desembocar en patologías más graves. 


¿Son los adolescentes más vulnerables?

Los expertos coinciden en que los jóvenes en la actualidad están más expuestos al contagio, si no se realiza una buena labor preventiva en materia de educación sexual. "Estamos en seis o siete institutos y aunque llevamos un número pequeño de gente hemos detectado que precauciones ponen muy pocas y tampoco se preocupan demasiado por la posibilidad del embarazo", cuenta Lamborena. Por otra parte, la mayoría de ellos desconocen el drama vivido en los 80 y los 90 por los enfermos de sida, de modo que los educadores temen que esa "poca conciencia del riesgo", sumada al conocimiento de que hoy el VIH es una enfermedad que se controla -aunque no se cura-, pueda jugar en contra de muchas personas. "El estigma interno que sufre el enfermo de VIH es el verdadero drama que vive día a día la persona porque aunque la enfermedad esté controlada, hay todo un proceso engorroso -de revisiones, analíticas, pastillas y médicos- que genera al paciente el estrés de tener que contarlo", conciencian desde Omsida.


Para evitar contraer esta y otras enfermedades, educadores, sexólogos y voluntarios de Aragón realizan una ardua labor por llegar a todos los colectivos, intentando vencer entre todos el estigma social asociado y concienciar a la población para que siempre se tomen precauciones. "Lo mejor es vivir la sexualidad de una forma sana y comprender que aunque el sexo es algo natural, lo tienes que practicar siempre con una cierta responsabilidad social", concluye Lamborena.


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