Los riesgos de beber alcohol

Son múltiples los efectos secundarios que provoca, tanto de forma instantánea como a largo plazo.

El alcohol, depresor del sistema nervioso central, ralentiza nuestros reflejos y afecta a nuestra conducta
Los riesgos de beber alcohol
H. A.

El consumo social de alcohol está notablemente extendido en nuestra cultura y, especialmente, en fiestas y periodos de vacaciones. Es bien conocido su efecto momentáneo de desinhibición y de euforia, pero también la amarga resaca del día después y los múltiples efectos secundarios que provoca, ya sea de forma instantánea o a medio y largo plazo, amén de una posible intoxicación aguda que concluye en coma.


El alcohol, depresor del sistema nervioso central, ralentiza nuestros reflejos y afecta a nuestra conducta de manera evidente. Así, el riesgo de tener un accidente se incrementa si hablamos de la conducción o, simplemente, de la realización de cualquier actividad física. 


Sin embargo, consumir alcohol esconde otros efectos a corto plazo que quizá sean menos conocidos: en relación con el verano, por un lado, su efecto vasodilatador altera la percepción térmica de nuestro cuerpo e incrementa el riesgo de sufrir un golpe de calor, es decir, un aumento descontrolado de la temperatura corporal y la consiguiente inflamación de tejidos y órganos, que puede ser letal. 


Por otro, un consumo abundante de alcohol –que en todo caso no tendría por qué conllevar una intoxicación aguda– podría propiciar trastornos del ritmo cardíaco e incluso arritmias que, en casos graves, pueden devenir en fibrilación auricular o ser indicativas de un infarto. Así lo precisa la Fundación Española del Corazón, que aconseja evitar el consumo brusco y excesivo de esta sustancia.


Por último, beber alcohol con calor no aumenta su toxicidad en grados ni la rapidez con la que actúa en la sangre, pero sí resulta más fácil que, ante la deshidratación propia del sudor, se beba más cantidad.


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