Lo que el río no se pudo llevar

XII Concurso de relato breve de Heraldo
XII Concurso de relato breve de Heraldo

El Ebro, desbocado y soberbio, acabó con mi pequeña casa de madera y con mi dulce huerto.

Sus aguas color chocolate trajeron árboles de otras tierras, caballos de otros campos, sudor de otras manos, lágrimas de otros ojos.

Se retiró, pero impregnó todo con su fuerte olor a lodo. Como un perro, marcó cada árbol, cada rincón.

Me acerqué a la casa, derrotada pero en pie. Divisé mi tierra, esa que no sabía que quería tanto hasta ahora que, convertida en barro, me resultaba inaccesible.

Sigo yendo todos los días. Necesito acompañar a mis árboles en su lucha por respirar a través de la película de barro blanco que los asfixia, a mis gatos que, temerosos, aún no se atreven a pisar el suelo y a mi huerto que libra su peor batalla contra ese gigante que es el Ebro, que unas veces le da la vida y otras la muerte.

Cuando se seque, tomaré un puñado de tierra y la pasearé por la palma de mi mano dejándola caer entre los dedos mientras me acaricia suavemente la piel.

Y, juntas, empezaremos de nuevo.

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