Entre dos comarcas
Es como la carta de ajuste; mi bisoña figura literaria, como un desfibrilador, activó mi corazón. Me senté al inicio de la cuesta que conduce a Rafales, esa noche sin tabaco, contemplaba la muda cada día; era mi rato. El susurro de la Fontvella me ayudaba a pensar que no era un mirón. -Yo respeto la naturaleza y cojo lo que necesito para vivir la farola de atrás, al iluminarse anda mareada por dos ratoncillos voladores, dale que te pego; sin embargo yo solo miro nada más. -Iglesia, Plaza con porches, castillo y cárcel una esquina, en un rincón del suelo de un valle de piedras cubicas ; tabas esparcidas, olvidadas en un juego de dioses menores. Un verano onírico, donde las piedras son sillas o sillares, donde las Jotas anuncian: rutina a los mayores y novedad a los de lejos. Se escucha un habla: puchero de frontera entre valles troquelados. Eso durante el día. En el suelo de un valle de Aragón pase un verano; final del Matarraña o inicio del Maestrazgo allí estuve; viví un verano.