San Patricio
El pelotón estaba esperando que cayera la medianoche sobre el cuartel. Todos estaban decididos a escapar de ese antro de tortura en que se había convertido el cuartel San Patricio, enclavado en uno de los voluptuosos valles incrustados en las históricas tierras de Aragón. El pelotón atravesó el pasillo principal del regimiento con gran cautela, cruzaron el comedor y salieron por la parte de atrás y llegaron al patio central. Estaban a punto de llegar al sótano donde podían escabullirse por las alcantarillas. La luz golpeó sus rostros y quedaron al descubierto.
Corrieron como animales buscando refugio, eran como almas desorientadas escapando de la persecución de los guardias. Él único que se quedó parado en medio del patio fue Manuel, el líder del pelotón. Todos los demás subieron hasta la azotea del regimiento y se lanzaron al vacío, sus cuerpos parecían escombros humanos.
Así terminaba otra noche en el hospital psiquiátrico San Patricio, enclavado en las tierras históricas de Aragón.
