Cosecha
Al maestro Don José no se le ocurrió otra cosa que plantar un libro en una maceta, por si le daba por engendrar una buena cosecha.
Estableció turnos para el riego durante el verano y conforme crecía el tallo y daba sus frutos, empezó a recobrar la esperanza.
En septiembre tendría con qué enseñar el abecedario, ubicar el río Ebro y las Torres del Pilar, gramática española y la historia de María Agustina, pues en la mayoría de los hogares, no había dinero para esos lujos.
El regreso a las aulas tras las vacaciones se celebró con algarabía. Las páginas olían a imprenta fresca y los niños las cuidaban como si fueran tesoros.
Por San Jorge la maceta se negó a germinar de nuevo. Don José era paciente e inculcaba esa virtud a sus alumnos. Todo está allí dentro, no hay prisa
Y así, año tras año, aguardaban la recolección con la que renovaban conocimientos mientras creaban la mejor biblioteca que habían conocido.
