Madrugada del Día de San Jorge
Las cuatro, otra vuelta en la cama. Un sudor frío me empapa. Enciendo la lámpara, se ilumina la mesilla, al azar cojo un libro. EL ORÁCULO MANUAL de Gracián. Lo abro. Aforismo 72 Ser decidido. Menos daña la mala ejecución que la falta de decisión. Sigo dando vueltas, la cabeza me estalla. Me decido. Con sigilo me levanto. El somier chirría, a mi paso el armario cruje, me reflejo en su luna, ¿soy yo? Pausando en cada lamento, salgo al pasillo. Los sonidos de las tinieblas me acompañan. Después, llego. Su familiar ronroneo, casi a ciegas, me guía. He cogido un cuchillo, lo aprieto. Estoy decidido, con firmeza abro la puerta. Una pálida luz lo ilumina en su belleza. No resisto tanta angustia. Le hundo el puñal, temblequea, brota algo espeso, con saña rasgo, troceo. Sin esperar más, casi con lujuria, el trozo de Lanzón de San Jorge desaparece en mis fauces. Lo engullo. Disfruto durante un inmortal minuto. ¿Merece la pena? Soy un desastre. ¡Puta dieta!
