Valdespartera-Arrabal pasando por la Amazonia

A mi izquierda veo al cazador preparado, tenso. En el instante justo antes de disparar la flecha que ya presumo certera. Su compañero le mira confiado. La selva les rodea, no se ve obra humana alguna. Todo parece expectante, la misma Naturaleza retiene el aliento mientras cazador y presa se miran fijamente. Un instante más y la flecha volará y, o comerá el cazador o el monito escapará asustado, pero vivo.

Envidio al cazador y a su fiel compañero, uno al lado del otro, dispuestos a compartir la comida o el hambre. Se siente que uno es la extensión del otro.

Mi vecino de asiento cierra de golpe la revista y con el movimiento desaparece la fotografía que me ha transportado. Se levanta. Baja del tranvía en plaza de España y yo vuelvo al mundo donde hombres asustados viven solos en terrible compañía.

Lea todos los relatos que participan en el concurso.

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