La vida es un paso

Cuanto más avanzaba, el horizonte de aquellas tierras aragonesas que tanto me habían dado, más se alejaba. Sentía como todo se desfallecía, como todo huía de mis manos. Mi fin se acercaba, pero no podía creer que todo se quedara de aquellas maneras. Debía volver y dejar todo como yo quisiera, no podía permitir que la muerte me hiciera abandonar mi amado Aragón sin por lo menos despedirme de todo aquello que había amado. No. Sentí unas ganas inmensas de gritar, pero solo pude susurrar al viento y decir: “lo siento”.

Tropecé con una piedra y caí al sucio barro que yacía en el suelo, no me dolió, ya que realmente en vez de andar me arrastraba. Me quedé allí, tumbada pensando en todo y en nada, quejándome de todas aquellas estupideces. Llorando, creyendo que así solucionaba algo. Me desmayé y no volví a sentir nada más.

Pasaron horas, quizá días y seguí inconsciente, y esto lo sé porque me lo dijeron.

Al fin podría pedir perdón, al fin podría morir en paz

Lea todos los relatos que participan en el concurso.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión