El león de correos

En el bolsillo de la americana llevaba una carta felicitando a un familiar.

Le explicaba en mi epístola, que para tema de felicitaciones prefería hacerlo de mi puño y letra, y desterraba los impersonales ´´e-mail´´.

Al pasar por correos, en Independencia, me eché mano al bolsillo saqué el sobre debidamente franqueado y lo introduje en la boca del león que está en la fachada del edificio, y… ¡¡ay… !!, sentí que me mordía.

Saqué el dedo corazón con una herida en la yema que no dejaba de sangrar, (seguramente me corté con alguna rebaba de metal, debido al desgaste por su antiguo uso).

Siempre pensé que los leones eran animales fieros y peligrosos, los he visto en el zoo, también cuando trabajaban en circos, incluso me producen cierto respeto los cuatro que flanquean el puente de Piedra, más que nada porque con el traqueteo de coches y autobuses se descuelguen y nos caigan encima. Pero no puedo creer que muerdan para impedir que sigamos escribiendo cartas, en lugar de “e-mails”.

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