El castillo

Abrí los ojos, el sol lo inundaba todo, salí y caminé hasta divisar el castillo

Las escaleras de acceso a él habían desaparecido, en su lugar había peñascos, no lo pensé y comencé a subir, al llegar me paré en seco, el castillo estaba impoluto

Crucé la explanada, observé la gran puerta entornada del castillo y miré dentro: había un pueblo entero, con sus calles, sus casas, su iglesia y la algarabía propia de un pueblo vivo, entonces lo entendí, había retrocedido siglos atrás, el de mis antepasados

Cerré los ojos para embeberme de todos los sonidos, de repente el silencio, sólo se oía el cantar de los pájaros, al abrirlos había vuelto a la cruda realidad, el mismo sol, el mismo paisaje, pero el castillo como muchos en Aragón estaba semiderruido

La algarabía de otros tiempos también había cesado, pero por un momento tuve en mi mente un trocico de historia de un pueblo en el que en estos momentos reina el silencio.

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