Dualidad

La inspectora Galán atravesó la Plaza de San Bruno salpicada de charcos. Galán observaba la casa donde él vivía. Siempre le había parecido misteriosamente conocido, como si su mente le reconociera entre unos recuerdos, a lagunas. De pronto, oyó gritos en la casa y él salió precipitadamente hacia el Puente de Piedra. Galán lo tuvo claro. Era el asaltante que buscaban. Sin embargo, no alertó a sus compañeros…y se dio cuenta de que no llevaba su arma. De todas formas, decidió ir tras él. La lluvia arreciaba. Él se giró y la esperó. Había poca distancia entre ellos. La miró y ella creyó ver un cuchillo. Le susurraba algo, acercándose a ella peligrosamente. De pronto, se oyeron sirenas. Sus compañeros llegaban. Galán se refugió en los brazos del subinspector, manchándole de rímel su bata blanca. La recostó en la camilla y le acarició el pelo. Sonó su móvil: “La tenemos. El Doctor García está bien”. Se volvió hacia el conductor y le ordenó: “Rápido, al Sanatorio Nuestra Señora del Pilar”.

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