El viento y el sombrero
Me acurruco en el sofá, bebo un poco de té y rememoro las conversaciones de verano.
- Recuerdo el campo sembrado de verde borraja. Nuestra familia tenía unas tierras en las afueras de la ciudad así que todas las mañanas me despertaba con el gallo y mi padre y yo nos dirigíamos a
Y así continuaba el viejo durante horas, hasta que la abuela le decía:
- Vamos Fermín, deja a la niña que se vaya a dormir. Mañana puedes terminar de contar la historia. decía la abuela mientras me guiñaba un ojo y ambas sonreíamos. Las dos habíamos oído esa historia miles de veces.
- ¡Pero Rosalía! - protestaba mi abuelo. ¡Todavía no la he contado cómo el viento hizo volar tu sombrero! Posaba sus ojos en mi abuela y volvía a contar esa historia. Era domingo y como manda la tradición teníamos que ir a misa. Me dirigía con paso ligero hacia la puerta cuando me tropecé con un sombrero. Levanté la mirada y vi correr hacia mí a la muchacha más hermosa que había pisado nunca la plaza del Pilar. Cuando llegó