La señora

Suelo pasar por tu tierra aragonesa cuando el invierno se acerca, acompañada, pero me escapo para contemplarte. Tras horas de vuelo, el cansancio brota y al ver tus torres enredándose entre algodonosas nubes, me adentro. Espero al velo de la noche para colarme entre bóvedas y cúpulas, aguardando que el silencio me hable.

Dando volteretas te encuentro, con una luz que me atrae hacia ti. Y poco a poco, te siento y mi ser se aproxima a tu columna, de jaspe, y me fundo entre el espacio y el tiempo, embriagándome de tu paz.


Esta vez en tu mirada aprecio un destello que presagia un nuevo rumbo, pero ya amanece y tengo que partir, me esperan cerca del río Ebro para continuar mi camino aéreo. Y al dejar tu Basílica, me tropiezo y mi ala se quiebra; entonces me abandono, para soñar eternamente, con la calma sonrisa que La Señora me regaló.


Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión