Los años perdidos
Todo comenzó en una fría mañana del otoño de 2010, típica de un cierzo helador que invitaba a no salir de clase. Estaban en la Facultad de Ciencias del Campus de la plaza de San Francisco y coincidía con una chica espectacular que se sentaba justo al lado.
Después, fue un curso lleno de risas, enfados y flirteos, al que le seguían los besos o el reproche
y, sin quererlo, para él se empezó a convertir en algo más, acaso en una conquista quizá inalcanzable porque a la postre sólo eran amigos.
El se decidió a dar el gran paso
pero ella no lo esperaba y tendió al rechazo, aunque concluyeron con un abrazo donde dejaban claras las voluntades.
Cuando él llegó a casa recibió un Whats que decía: Me quedo con ganas de ti. Pero descuida, no me quedaré
Sin embargo, a pesar de esa declaración de intenciones ella siguió con sus dudas y cuando finalizó el curso, todo lo que habían conseguido se esfumó como si hubiera sido un año vacío y desperdiciado, un año más, cuando lo que tenían era... amor.