Felicidad

Cuando murió Jorge de noventa años, Lucy su esposa de ochenta, supo que los dos hijos querrían su parte de la herencia, e incluso la suya, lo cual suponía vender la casa en un hermoso paraje rural del sur de Aragón, adonde vivieron más de cincuenta felices años.


Asistieron de gafas negras al entierro con sus compañeras y retoños. José el menor la visitó al día siguiente, dio vueltas haciendo inventarios para decir algo que no dijo y aprovechó llevarse la colección de pipas.


Más tarde el mayor, y le informó que decidieron recluirla en un asilo. Ese no se llevó nada, pero aunque endulzó las frases conque era por su bien, le sacó el corazón con su frialdad.


El día llegó. Lucy partió con algo de ropa y los libros favoritos. En sitio, una casona en lo alto de una montaña, le explicaron el régimen de horarios y le mostraron su recámara a la espera pusiera objeciones. Ella solamente dijo que estaba perfecto. Estaba feliz de acercarse al cielo, en el que le esperaba su esposo.

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