​El recuerdo del abuelo

Va, eso son cosas de tu abuelo, seguro. Que no, que no, que te juro que esto servía para eso. Su abuelo, para él, eran justo recuerdos extraños de una tierra con nombre misterioso: Aragón.


Sustenta en el aire el metálico y misterioso objeto. Alargado y curvo, con dos bolas, igualmente metálicas, una a cada lado, con una única diferencia, el color, una punta azul sobra una, roja en la otra. ¿Qué hacéis?, pregunta un tercer amigo. Nada, aquí Ernesto, que sigue empeñado en convencerme de que lo que tiene en la mano servía para sacar agua, líquida, ni si quiera en pastillas, vamos, que apretabas un botón y chorreaba agua. A lo mejor salía también oro y tu abuelo nunca lo supo. Los dos amigos ríen la ocurrencia mientras él, derrotado y maldiciendo la costumbre de creerle todas sus aventuras, deja el grifo junto a otro montón de objetos inútiles.

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