Sin título

Érase una vez, y no dos, en un pueblo aquí en Aragón. Había un rey que se llamaba Santiago. Quería casarse con una princesa llamada María. El problema era que estaba encerrada en una torre. Entonces fue y cuando estuvo delante de la torre vio a dos leones que se le acercaban demasiado a él. Entonces matándolos de uno en uno con su espada consiguió vencerlos y de pronto se abrieron las puertas del castillo. Era la princesa, pero aún no había terminado el peligro. Un astuto mago como un zorro, el que había capturado a la princesa María, apareció delante de sus narices entonces hizo un hechizo y la princesa volvió a su torre y se echó a llorar. El rey también lloraba, había perdido a su princesa. ¡La lucha encarnizada contra los leones para nada! Entonces se le ocurrió una idea, le echó una partida al ajedrez. Ganó al final el rey Santiago. Entonces el mago liberó a la princesa, y por fin Santiago y Maria fueron felices y comieron perdices.


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