Cristal

El silencio se palpaba en el ambiente, era tan basto que pensaba que podía extender la mano tocarlo, y yo no estaba cómoda con eso. Llevábamos más de una hora de viaje, sin embargo él seguía enfadado por lo que le dijera antes de subir al coche.


Para poder despejarme un poco, decidí mirar por la ventana un rato. De pronto quedé sin palabras. El mar se veía en su máximo esplendor, donde la luz chocaba contra el agua, devolviéndome a mi infancia e introduciéndome nuevamente al sabor del sorbete casero de mi madre. Hecho de menos esa época u otras anteriores donde la felicidad emergía, por así decirlo, del mar.


-¿Quieres helado?


Su voz me sorprendió hasta el punto de devolverme a la realidad, dejando atrás los placeres del pasado. Sus palabras sonaron serenas, por lo que deduje que nuestra pequeña disputa de antes se había disipado y en su cabeza, como en la mía, solo había lugar para el cristalino mar y los deseos y recuerdos que este nos evocaba.


Lea todos los relatos que participan en el concurso.