​Una leyenda actualizada

Rescatar a su princesa. Ese era el objetivo de Jorge, quien a sus 23 años no podía vivir sin su amada. Se sentó en el autobús y recibió un desafiante wasap: “Es mía”. Enfurecido, respondió de inmediato lleno de coraje: “Si tienes lo que hay que tener, trae a Laura. A las 8, en el puente de Hierro”. Acudió a la floristería más próxima y compró una rosa roja, de tallo verde brillante y sin espinas para no herir las manos de su princesa.


Se enfrentó con valentía al hombre que escupía fuego. Era el dragón. Cuando llegó agarrando a la pobre Laura, Jorge supo qué tenía que hacer. No dio un paso hacia atrás: avanzó hacia delante, con gesto fruncido, y le arreó un puñetazo. La bestia quedó postrada en un gran charco de sangre. Laura lloraba. Y su héroe, para cortar el llanto, la abrazó y le entregó su rosa. Ambos se unieron en un beso apasionado bajo el silbido del cierzo.