Tradición

Cuando me despertaba, con la voz cansada del concierto de anoche, ya sentía que era un día especial. Ellos también lo sentían, nerviosos, llevaban horas despiertos. ¡Mamá! ¡Papá! ¿Nos vestimos? ¿Vamos? Y después de una hora de horquillas, moño, ¡esta faja me aprieta!, ¡cómo se pone el mantón!, ¿has cogido la longaniza?, salíamos por fin de casa. La ciudad ya olía a flores, a emoción, a jota, a tradición. Y ellos...tan radiantes y orgullosos de llevar el ramo de claveles rojos para su Pilarica. Se reían, divertidos, en la inevitable espera, pero ya entonces sentían la emoción al entrar en la plaza, y ver a la Virgen. En ese momento, el bullicio de la plaza se detiene un segundo, y la emoción te estrecha, Ella te sonríe. Los años han pasado de forma implacable, y ahora los veo, con el mismo moño, ahora algo cano, pero tan radiantes y orgullosos como ayer, a llevar claveles rojos a su Pilarica, sintiendo que el corazón se para un momento al verla, en su pedestal de flores, esperándoles.


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