Pequeño gran tesoro

Por el estrecho y empinado sendero, llegaron hasta el pueblo abandonado. Muchas veces había oído hablar de él a su abuela y la curiosidad alojada en su corazón durante años, le ayudó a tirar de sus amigos monte arriba.


No se lo dijo. Ansiaba el momento de revelar las fotos y ver su cara de sorpresa. Aquel recuerdo infantil se convirtió en el suyo propio de tal forma que creía poder encontrar la casa. No fue así. Invadido por la maleza, apenas unos cuantos muros de piedra se mantenían en pie. Algunas casas conservaban sólo la puerta erguida haciendo frente al despiadado tiempo.


Fruto del saqueo, una antigua cuna de madera, con la figura de un pez grabada con esmero, había quedado en el camino, más por la carga física que por la de conciencia.


Al atardecer llegaron con ella a Broto. No resistió la presión del secreto y como un preciado tesoro, llevaron la cuna a su abuela.


Las lágrimas de sus ojos, le hicieron comprender que ella sabía de dónde venían.