Rilke en Zaragoza

Alguien mataba a putas y clientes en Zaragoza. Se creía que era por motivos poéticos. La poesía se había vuelto algo vergonzoso y solo se consumía en los prostíbulos. Algunos vagabundos recitaban poemas en los callejones , otros babeaban baladas.


Conocí a una gorda que daba unas sesiones de poesía en una barca sobre el Ebro. Mezclaba a Rimbaud con Miguel Labordeta y con Ángel Guinda. Las metáforas olían peor que la heroína.


Mataron a un tipo con un maletín en un antro de Escosura. Lo que más pena me daba era ver las bocas de los muertos. Los ojos podrían mentirte, pero en las bocas veías su soledad.


Finalmente resolví el caso. No me pregunten cómo, porque esto no es una novela policíaca. Era una puta angelical . Me dijo que los asesinados cambiaban lo que dijo Rilke. Y quién sabe ya lo que ha dicho nadie, dije. La puta no me hizo caso y disparó a mis gafas.


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