23 de abril

Me abandonó. Después de vivir sin ser capaces de separarnos ni un instante. Después de reír y llorar juntos. Después de haberme presentado a sus padres y pasar en Aragón con su familia cada fin de semana. Después de disfrutar cada amanecer y atardecer frente al Ebro, sin que pudiera dejar de tocarme con sus manos y mirarme fijamente. Después de todo eso, Rita a sus 18 años, me abandonó el 23 de abril. Sin explicaciones. Sin un: “hasta pronto” o un “adiós”, se levantó, comenzó a caminar y sin mirar atrás, me dejó solo en un banco del Parque Grande José Antonio Labordeta.

Sabía que ese día llegaría. Rita me advirtió cuando nos conocimos. No era la primera vez. Ya había estado con otros antes que conmigo y había hecho lo mismo. En ese banco, pronto alguien se volvería a enamorar de mi. Y así fue. Con ropa de deporte y sus auriculares puestos, iba corriendo por el parque. Juan Carlos, de 29 años, paró su entrenamiento. Me miró. Me cogió. Me abrió. Leyó mi primera página y me llevó con él.


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