Piel de piedra

El pequeño arrojó con esfuerzo un adoquín que había encontrado junto a la orilla.


¡Cómo salpicaba el agua!


-¡Chico!– Su abuela le miró muy seria -Aún despertarás al dragón.-


-¿Qué dragón?-


-¿Pues cual va ser? El de San Jorge.-


- Si lo mató con su lanza – El resabiado buscó otra piedra.


-No murió, que el dragón herido se escondió en el río, con la cabeza ahí, donde el Pilar y la cola llegando hasta Sástago. ¿No me crees? Cuando mi madre era chica, el pesetero de su tío Julián no pasaba el río con la barca del Soto, por no soltar una perra. Un día, cruzando con su mulo donde menos cubría, tropezó con la cola. Aquello salió del agua…alto como una torre. Como una culebra de piedras. ¡Casi lo avienta! El macho salió espantao con él encima y no paró hasta Escatrón.-


El niño la miró dudando; dejó caer la piedra y la tomó de la mano.


-Quiero subir al caballito de la plaza.-





Bajo el Puente de Piedra


un siluro, asustado


remueve el limo


donde un ojo amarillo


parpadea perezoso.