La sombra del Crápula

Era muy tarde. Miré el reloj de pulsera. Imposible divisar la hora. La esfera aparecía borrosa y escurridiza. Mis amigos habían desaparecido, y sólo quedábamos Daniel, Ana, y yo. Salimos del "Vinagre" en plena Magdalena.


Nuestros pasos, que no podían seguir una línea recta se encaminaron por las calles estrechas hasta desembocar en el Crápula. Entramos a por la última. Mis amigos se desentendieron del mundo besándose en un rincón.


Vislumbré una sombra que se acercaba. Era un chico alto, de ojos claros y sonrisa envenenada. No me dijo su nombre, ni yo se lo pedí.


Sólo me fijé en su camiseta negra de figura diabólica y sus manos que pronto abrazaron mi cintura para bailar una música destartalada.


No entiendo por qué sentí el impulso irracional de besarle. Aquella noche sólo era de él y de mí, el resto se evaporó.


Al día siguiente, al levantarme, no encontré ni móvil ni mi tarjeta. La sombra del Crápula, planeó sobre mi inocente y fugaz historia de amor atormentada.