La llanura estigia

Solo cuando la historia olvida, la mitología es capaz de devorarlo todo. Porque lo que nadie parece recordar es que Caronte era de Mediana de Aragón... y jugador de guiñote.


Era un joven vigoroso y alocado, acostumbrado desde niño a nadar en la salada un día se lanzó al Ebro y para cuando el entusiasmo cesó había arribado a las costas helenas. Fatigado decidió postergar el regreso. El idioma no fue un problema porque era de naturaleza callado y fue ese silencio el que Zeus interpretó como un sí cuando lanzó su pública consulta en busca de una plaza para barquero al infierno. Pero el gran Zeus, que era tan bueno y compasivo como traicionero y putero, obligó a todos los finados a partir al encuentro de Caronte con una baraja de guiñote con el as de oros bien visible para aplacar el tedio del barquero. Porque de todos es sabido que al final, Caronte te cantaba las cuarenta.


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