Historia

Tienes que escribir un relato y no sabes de qué hacerlo, ¡vaya palo!, dicen que comentes algo simbólico como el Pilar, el Puente de Piedra, S Jorge… El caso es que llevas diez minutos delante de la pantalla del ordenador buscando la inspiración. No la encuentras y entras en el correo pensando que así te vendrá alguna idea. En vez de eso aprovechas y ves todas las redes sociales. Con toda esta historia ya se te han pasado tranquilamente los cuarenta y cinco minutos que habías planeado usar para escribir el relato. Te pones a estudiar el examen de matemáticas. No cierras el ordenador, no vaya a ser que Pitágoras te ilustre con una brillante idea. A lo que te has puesto, tu madre te llama a cenar.


Tras unos magníficos macarrones gratinados con tomate te plantas delante del ordenador: ¡AHORA SÍ! Exclamas sintiéndote totalmente preparado. En ese momento te convences de que no tiene sentido seguir así, has desperdiciado la tarde de una manera lamentable.


Y entonces caes: ¡Ya tengo la historia!