Aquí

No eres de aquí. Nadie dice lo que tú dices. No miras como nosotros. No estás aquí, no estás en ninguna parte. No digas nada. No eres nadie. Haces cosas distintas, estúpidas, cosas sin gracia ni sentido. ¿Cómo has llegado hasta aquí? No comprendes.


Hoy es 15 de agosto y Zaragoza ha muerto bajo el fuego de una brigada de ángeles exterminadores, de ángeles buenos, de ángeles salvajes con su traje reflectante de fomento de construcciones y contratas.


Estás en un lugar equivocado, vacío, sin conciencia ni amor.


Quedas tú, que caminas bajo los tilos achicharrados de Independencia, con tu carpeta de no sé qué leches sin fronteras. La ciudad ha muerto, ha terminado. Te digo que ha muerto y se ha reducido a cenizas que ni siquiera el viento quiere llevarse.

Huye. Ya no quedan inocentes, ni siquiera malvados.


No insistas, pensar que puedes ser de aquí es una idea suicida y creer que voy a escucharte es un puto espejismo que podría costarte caro.

¿A qué esperas? Huye. Sal pitando.