La lista del armador

Jorge no es el único que se pregunta cada noche, al salir la lista del armador en la taberna del puerto, por qué le siguen contratando. Muchos le miran mal y protestan airados cómo ellos, más hábiles, expertos y fuertes que él, quedan en tierra y el maño embarca cada día.


No hay trabajo para los solteros, piensa al zarpar entre brumas dando gracias una vez más a la Pilarica. Enciende un pitillo sobre la borda de popa contemplando la estela de deja el Rianxa bajo esa luna que parece saberlo todo. Y sonríe complacido al buscar en la distancia la ventana tras la que duerme su Pili.


Ella también se ha levantado ya, y recuerda cuando salieron de Zaragoza en busca de un sueño que les apartara de la molicie y el paro. Mira por la ventana y ve cómo las luces del Rianxa, con su Jorge a bordo, buscan la bocana de la ría y el amanecer. Se ducha, se perfuma y sale de casa.


No conviene hacer esperar al armador.