Triste jota de la ninfa mañica

Cuentan las viejas lenguas, que por los caminos de Aragón, cuando el Cierzo se va a dormir, aparece una muchacha, doncella y muy bien plantada, vestida de baturrica.

Dicen las malas bocas, que por un maldito querer, vaga perdida y sola llorando sus penas de amor. Maldiciendo a su dueño, un apuesto aragonés, con rasmia y cachirulo en pelo, que le robó la honradez.


Quienes la vieron saben que no dejará de cantar la triste jota mañica hasta verlo a sus pies llorar, pues otra cosa no será, pero la mujer aragonesa cuando ama, es que ama hasta el final.


Si sufres por un querer, tal vez oigas este llanto, una noche y sin querer, tal vez distingas su copla. La que habla del amor y de la mujer maña y sincera. Si la escuchas no contestes, porque quedarás atrapado, en sus brazos tercos y en su boca de caramelo. Sigue recto, no te detengas, no le ofrezcas un hombro amigo, porque ya se sabe, porque ya se teme, cuando la mujer aragonesa ama, te sorberá rápido el seso.