Mi peña

El olor a humedad al bajar las escaleras de la vieja bodega. El blanco impecable momentos antes de teñirse de tinto garnacha. La faja apretada y el cachirulo al cuello.


Volver a ver año a año la plaza, el Santo y vuestras caras. El alegre repicar de los botellines en alto, interrumpido por el sonido de una charanga que pasa calle Real abajo.


Ese cúmulo de sensaciones preludio del disparo que da comienzo a la fiesta, los colegas tuneados, las risas. El sabor a libertad y el abrazo sincero con el amigo. Hace veinticinco años ya que no estoy, pero cómo iba a olvidaros si es 14 de agosto.