Relato

Tres hermanas degustan un vino aragonés en la barra de un bar del tubo. Están inmersas en una animada conversación sobre cómo les va las cosas. Catalina –cosmopolita y siempre soñadora- cuenta cuan ilusionada está por emprender su emancipación cuanto antes. Valentina, taciturna esta tarde en su taburete, se queja de la última bronca acaecida en su hogar: una estúpida discusión referente a unos trajes. Y Valeria, luminosa en su traje blanco ibicenco, relata el idilio infinito con sus cientos de amantes teutones.


Una vez al año se juntan los hermanos que se encuentran disponibles para celebrar los tiempos pasados. Aquellos cuando vivían juntos bajo el mismo techo.


Mientras se encuentran entretenidas entre risas, vino y tapas, se acerca un señor al grupo. Las tres hermanas, que esperaban ansiosas su llegada, efectúan una coreografía practicada anualmente y durante varios siglos ya. Se levantan y gritan al unísono: ¡Feliz Día del Padre!


El señor se llama Aragón.


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