FERIA DEL PILAR 2011

Corrida de trámite, ligera y sin sustancia

La séptima corrida de la feria del Pilar de Zaragoza apenas fue un trámite que la terna cumplió con rapidez y de manera insustancial ante un encierro descastado de Alcurrucén.

Seis toros de Alcurrucén, de excelente presentación pero de juego descastado y a menos en general. Casi todos acabaron rajándose o parándose, salvo tercero y quinto, que ofrecieron posibilidades de lucimiento.


Curro Díaz: dos pinchazos y siete descabellos (silencio); y bajonazo (silencio).


Juan Bautista: estocada caída y trasera (silencio); y estocada y dos descabellos (ovación).


Leandro: bajonazo (vuelta al ruedo tras petición de oreja); y media estocada baja y cuatro descabellos (silencio).


Entre las cuadrillas destacaron Paco María, en un puyazo al segundo, y Miguel Martín y José Andrés Gonzalo, que saludaron tras banderillear al tercero.


La plaza se cubrió en la mitad de su aforo.

Al menos fue breve

Después del tostón de casi tres horas de la víspera, la corrida de este jueves al menos fue breve. Dos horas justas tardó la terna en "pasaportar" los seis toros de Alcurrucén, haciendo del festejo un ligero trámite ferial.


Quien más contribuyó a la brevedad fue el director de lidia, un Curro Díaz que apenas perdió más de cinco minutos muleta en mano con cada uno de los toros de su lote.


El que abrió plaza comenzó a escarbar y a frenarse en cuanto el torero de Linares se dobló con él de inicio, mientras que el cuarto volvió grupas a las primeras de cambio para irse a trote ligero camino de las tablas. Ante tal panorama, Díaz renunció de plano a buscar otras alternativas.


También Juan Bautista ayudó a la ligereza del trámite, y no porque no empleara tiempo con su lote, que lo empleó, sino por la rapidez con que toreó a ambos: uno que no terminó de romper, ni tuvo quien le llevara a hacerlo, y otro, este sí, que tuvo duración y nobleza en el último tercio.


A ese quinto, un bonito castaño lucero, el francés le hizo una faena superficial y acelerada, sin compromiso ni asiento, de pases bruscos y cortados, que, si se jaleó en el tendido, se olvidó pronto, apenas el matador cogió el descabello para rematarla.


El otro toro con posibilidades de la corrida le cupo en suerte a Leandro, que ya le hizo un templado quite a la verónica después de que el de Alcurrucén derribara aparatosamente al caballo de picar y antes de que sus banderilleros se lucieran con los palos.


Galopó con clase el toro en los primeros tercios y se empleó por abajo en los compases iniciales de la faena, justo cuando mejor lo dejó ver Leandro, dejándole venir de largo en series cortas y de no demasiado temple.


Mediado el trasteo, sea por desajustes técnicos o por pérdida de fondo del toro, el trasteo empezó a decaer y Leandro se quedó sin premio porque, además, lo cerró de una estocada muy baja que restó cualquier mérito anterior.


Con el rajado sexto, aún con luz natural en el exterior del coso, el torero de Valladolid cumplió sin despeinarse con el último trámite de la tarde.