RUTAS RECOMENDADAS

Arquitectura y Naturaleza en el Prepirineo oscense

Una visita al castillo de Marcuello significa disfrutar de la arquitectura románica, el paisaje espectacular de las sierras exteriores del Pirineo, el vuelo de las aves rapaces y el senderismo. Si quieres disfrutar de un fin de semana inolvidable, aprovecha los últimos días de noviembre para regalarte esta escapada.

Imagen de las vistas que hay durante la ruta en el Mirador de los Buitres
Imagen de las vistas que hay durante la ruta en el Mirador de los Buitres

¿Quieres descubrir los tesoros ocultos del Prepirineo oscense? Aprovecha el puente de Todos los Santos y viaja hasta la comarca de la Hoya de Huesca para disfrutar del arte románico, el deporte y la naturaleza. Una ruta completa y sencilla que puede suponer la diferencia entre un fin de semana corriente y uno espectacuar.


El camino comienza en la carretera A-132. Hay que seguirla hasta que, al llegar a Ayerbe, se toma la A-1206.  A partir de entonces es mejor permecer atento para coger el desvío hasta a Sarsamarcuello, Linás de Marcuello, el castillo de Marcuello y el Mirador de los Buitres, las estribaciones de las sierras exteriores del Prepirineo oscense. Un entorno muy atractivo por sus valores naturales y con un rico patrimonio histórico y artístico. Por eso, lo mejor es ir parando en cada uno de las localidad y monumentos para disfrutar del encanto de la visita.


La ruta se puede llevar a cabo en coche, BTT y senderismo; con toda la familia, los amigos o en pareja. No es demasiado complicada y ofrece muchos puntos de descanso.


Posee el encanto de discurrir por parajes ricos en ejemplos  tanto de arquitectura civil y religiosa en Sarsa y Linás, así como en arte románico, Marcuello. Además, permite disfrutar desde la altura de las llanuras oscenses que abrazan los Mallos de Siglos, y el río Gállego dibujará una línea sinuosa azul en su camino al Ebro.


Desde el Mirador de los Buitres se puede observar el vuelo de las rapaces que anidan en las paredes verticales de los Mallos de Siglos, olivos, almendros, vid, cereales y la huella de un incendio forestal que arrasó miles de hectáreas de monte, aunque el ecosistema, poco a poco, va convirtiendo en verde lo que quedó cubierto por la ceniza. Las blancas ramas de un boj quemado son como una llamada de atención para que respetemos más nuestra naturaleza.