Heraldo del Campo

La aceituna del Bajo Aragón, una cosecha de primera

Los agricultores consideran que la campaña olivarera será mejor este año que en 2013.

Un agricultor controla el proceso de recolección en una finca de Torrevelilla
La aceituna del Bajo Aragón, una cosecha de primera
Alberto Gracia

Suave, de color amarillo dorado y con un sabor que recuerda a la fragancia del olivo. Así es como promociona el Consejo Regulador de la Denominación de Origen el aceite de oliva virgen extra del Bajo Aragón, un producto que en unas cuantas semanas saldrá de las almazaras para ser utilizado en las mesas más exigentes.


Los agricultores del nordeste de la provincia de Teruel y del sudeste zaragozano –ámbito geográfico que abarca la Denominación de Origen– se muestran en general contentos. La cosecha de este año, que se ha iniciado hace unos días, está resultando mejor de lo esperado y, según las previsiones, en general puede superar a la de 2013. No obstante, a juicio del presidente del Consejo Regulador, Alfredo Caldú, estas buenas expectativas tienen sus matices. "Depende de áreas –explicaba el empresario–; el año pasado en la zona de Belchite se registraron buenos datos, y en el Bajo Aragón no, y este año puede resultar a la inversa".


Las primeras estimaciones apuntan a una producción de unas 13.000 toneladas de aceite, de las cuales solo se comercializarán alrededor de 2.000 toneladas con la marca de la denominación. El director técnico del Consejo Regulador, Juan Baseda, afirma que a la Denominación de Origen se destina "lo mejor de cada almazara".


A estas excelentes expectativas hay que sumar la posibilidad de que se registren precios al alza, por encima de la campaña del año pasado, algo que, según Caldú, ya se está detectando en el aceite de venta a granel de Andalucía. "Lo que pase en esa comunidad autónoma también nos repercute a nosotros y, si en esas tierras hay una merma de cosecha, los precios se incrementarán", explicaba.

Aceitunas en el suelo

Solo una sombra empaña el esperanzador panorama: la peculiaridad del clima registrado este año, con cálidas temperaturas y humedad, ha intensificado la caída a destiempo de las olivas. Alfredo Caldú asegura que nunca en la época reciente había observado esa magnitud del fenómeno, al que ha influido decisivamente la propagación de la plaga de la mosca del olivo. "Han caído muchas aceitunas y de forma prematura y estamos viendo que al recolectarlas en el árbol se cogen con mucha facilidad", apuntaba el presidente de la Denominación. "Estos frutos ya no pueden ir destinados a la molturación del aceite virgen extra –añadió–, porque a través del contacto con la humedad del suelo, proporcionan al aceite un grado de acidez muy alto, solo eliminado a través del refinado".


En la Denominación de Origen del Aceite del Bajo Aragón, constituida en 2001, están inscritas 34 empresas, el 60% de las cuales son cooperativas y el resto, almazaras privadas. Su área geográfica se extiende a lo largo de 37.000 hectáreas de tierras de secano distribuidas en un total de 77 municipios. Las explotaciones son de tipo familiar, con olivos de la variedad empeltre, en general, muy envejecidos. Esta última característica, si bien resulta óptima de cara al turismo, por la espectacularidad de los ejemplares centenarios, no es, sin embargo, la más adecuada para alcanzar una elevada rentabilidad, según destacaba Caldú. Según dice, es difícil que esta situación cambie a medio plazo, ya que las nuevas plantaciones en tierras de secano –las más abundantes en el Bajo Aragón– tardan entre 5 y 6 años en alcanzar producciones y 10, en obtener buena rentabilidad. "Se necesita una importante inversión, y no siempre están dispuestos los agricultores a efectuarla", precisó. "Sin embargo, en las zonas de regadío, el proceso productivo se acelera", agregó. ‘El oro líquido’ del Bajo Aragón se comercializa, principalmente, en mercados nacionales, y, sobre todo, en la Comunidad aragonesa, pero hace algunos años que los olivareros dieron los primeros pasos para emprender la aventura de la exportación. Son todavía unos pocos, según asegura Alfredo Caldú, "porque el comercio exterior lleva tiempo e inversión; no todas las empresas pueden llegar a EE. UU., por ejemplo, si bien cada vez se mueven más en esta dirección ya que es en otros países donde se obtiene más valor añadido". Fuera de nuestras fronteras, existe, a juicio de los olivareros aragoneses, un gran potencial, pero hace falta ir cambiando los hábitos de consumo del aceite de oliva de los países extranjeros, hasta ahora muy limitados a los mercados gourmets.


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