Heraldo del Campo

¡Quiero ser joven agricultor!

El elevado paro juvenil, la falta de alternativas y el potencial del sector agroalimentario han incrementado un 79% el número de jóvenes que quieren ser agricultores. La parálisis presupuestaria del Gobierno está frenando este necesario relevo generacional.

Jóvenes aragoneses durante una protesta organizada por COAG ante la sede del Ministerio de Agricultura en Madrid.
¡Quiero ser joven agricultor!

SI hay una preocupación que comparten los representantes del sector agrario (sean del color que sean) esa es el relevo generacional. El campo está envejecido y no es un tópico. Las cifras demuestran que la edad media de los profesionales que ejercen esta actividad está más cerca de la jubilación que de la juventud, y eso que en el campo se es joven hasta cumplidos los 40 años.


Los datos dibujan un panorama desolador. Según el Instituto Nacional de Estadística, en Aragón se dedican al sector agrícola de forma continua más de 27.400 personas, de las cuales casi un tercio ronda los 55 años. Sin embargo, un estudio realizado por la organización agraria UAGA alerta de que en Aragón solo hay actualmente poco más de un millar de profesionales que aún no han cumplido los 25 años. La situación no es exclusiva del campo aragonés. Se repite también en las explotaciones de España, donde por cada agricultor de 35 años se contabilizan diez que ya han superado los 55. Incluso la Comisión Europea ya ha calculado que en 2020 están previstas 4,5 millones de jubilaciones en el conjunto de los estados miembros, donde el envejecimiento es también la seña de identidad del sector.


Mientras tanto, ¿dónde están los jóvenes? ¿Ninguno quiere labrarse un futuro profesional en este sector? Todo lo contrario. Ya sea porque la crisis ha devuelto al medio rural a muchos de aquellos jóvenes que buscaron alternativas de empleo en sectores azotados ahora por el complicado momento económico; ya sea porque los pueblos tienen poco que ver con los de antaño (mejores comunicaciones, acceso a nuevas tecnologías...) como poco tiene que ver –aun con toda su dureza e inestabilidad– la profesión agraria actual y mecanizada con aquella que ejercían nuestros abuelos, lo cierto es que solo en 2014 se han presentado en Aragón 752 solicitudes (léase 752 emprendedores y por lo tanto empleos) para acceder a las ayudas cofinanciadas por Europa, Madrid y la comunidad autónoma para favorecer su acceso al sector. Una cifra que, según los datos de la consejería de Agricultura, más que duplica las 337 que se presentaron en 2011 y más que triplica a las 240 solicitudes que se presentaron de media entre 2007 y 2011.


Pero todo no es querer. Emprender en el sector primario requiere compra de tierras o de ganado y de maquinaria, lo que exige un elevado capital. Y los jóvenes agricultores se han dado de bruces en los últimos años con un brutal recorte –cuando no eliminación– de las ayudas públicas y un acceso casi imposible a la financiación que les ha hecho salir a la calle para reivindicar el impulso que exige el necesario relevo generacional.


¡Quiero ser (joven) agricultor!

Manuel Martínez tiene 32 años y vive en Belchite (Zaragoza). No abandonó el medio rural cuando se incorporó, apenas cumplida la mayoría de edad, al mercado de trabajo. Pero sus primeros pasos laborales no los dio en la agricultura, sector al que se dedicaba su padre, sino en una empresa auxiliar del automóvil cuya reestructuración terminó por enviarlo al desempleo. Tras un verano trabajando como retén de incendios y otros nueve años en unos invernaderos de la localidad, Martínez decidió reconducir su trayectoria profesional y emprender en la agricultura. "No fue por la crisis, tuve que dejar el trabajo por salud", destaca. Pero deja claro: "Además, siempre me ha gustado el sector".


Quiere cultivar olivos y en su comarca cada árbol con riego por goteo cuesta 50 euros. "Para empezar", dice, le gustaría adquirir unas nueve hectáreas (hay unos 100 olivos por hectárea). Por eso se interesó por las ayudas cofinanciadas que concede el Gobierno aragonés. Llegó tarde a la convocatoria de 2012 y vio como 2013 pasaba en blanco porque la escasez de recursos en la consejería de Agricultura hizo desaparecer esta subvención ese año.


Manuel presentó su expediente el pasado mes de marzo y está a la espera de conocer la resolución. Como él hay otros 751 proyectos empresariales liderados por jóvenes que esperan que la resolución del Gobierno de Aragón les permita poner en marcha su propia explotación. Y esperan como Manuel con una cierta inquietud.


"Esto va a ser una lotería", destaca el joven, que ha visto con gran asombro y decepción cómo el Gobierno aragonés autorizaba en mayo un gasto plurianual de 30 millones de euros para el periodo 2014-2017 para la modernización de explotaciones y la incorporación de jóvenes. O lo que es lo mismo. Según los cálculos de UAGA, con esa dotación el Ejecutivo solo podrá responder a las demandas de 300 jóvenes, por lo que el 48% de las solicitudes –es decir, 452 jóvenes– no recibirán ni un euro.


"El sector agrario crea empleo, pero necesita incentivos"

UAGA lamenta que durante la crisis, y ante una tasa de paro juvenil que roza el 60%, el Gobierno haya sacada pecho con el emprendimiento mientras recortaba las partidas que permiten garantizar el futuro del campo aragonés. "El sector agrario crea empleo pero necesita incentivos para que quien decide ser agricultor o ganadero, o mejorar su explotación pueda hacerlo, igual que hay ayudas para poner en marcha pequeñas empresas y negocios en otros sectores", destaca esta organización, que recuerda que, según el Consejo Europeo, cada joven que se incorpora a la agricultura crea ocho puestos de trabajo indirectos.


Desde UPA alertan de que estos "insuficientes" presupuestos ponen en peligro la continuidad del sector. Y la cuenta atrás ya está en marcha. "Solo el 12% de los agricultores tiene menos de 25 años, por lo que, sin ayudas, al sector agrario aragonés le quedan 20 años de vida", advierte el sindicato. Una opinión que comparte también Asaja Aragón. "El relevo generacional es clave para la supervivencia de la actividad agraria", señala esta organización. Pero Asaja va más allá. Cree que la ayuda no debe limitarse al momento en el que el nuevo agricultor entra en el sector sino que hay que acompañarlo hasta conseguir un negocio viable desde el punto de vista empresarial. "Las explotaciones instaladas no se pueden abandonar a su suerte, pues en algunos casos realizan inversiones muy importantes para mantener su actividad", insisten desde Asaja. Y desde Araga recuerdan que no hay que olvidar que estas ayudas van acompañadas de una fuerte inversión, cuya mayor parte sale de los bolsillos de los agricultores.


La falta de ayuda no es el único freno con el que se encuentran los jóvenes que quieren acceder al sector primario. También tienen dificultades para acceder a la tierra, no solo por los elevados precios que esta alcanza en comparación con su rentabilidad, sino también por la falta de movilidad de la misma. La estructura de ayudas desacopladas pero ligadas a la tierra mantiene a muchos perceptores aferrados a esos derechos aunque ni cultiven los campos ni críen ganado.


Además, en los últimos años, los agricultores jóvenes están teniendo graves dificultades para acceder a créditos u otras formas de financiación, aun cuando tengan concedida la ayuda.


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