Mitos sobre el himen, el origen de "las virguerías" y 'la primera vez'

Silberio Sáez y Santiago Frago, antiguos asesores sexológicos del Cipaj y de la Universidad de Zaragoza, explican en este artículo qué esperar y qué no en el primer encuentro sexual.

Mitos sobre el himen, el origen de "las virguerías" y 'la primera vez'
Mitos sobre el himen, el origen de "las virguerías" y 'la primera vez'

Hablar genéricamente de la primera vez no tendría la más mínima relevancia, si no fuera porque curiosamente todos, de forma automática, coincidimos al pensar en lo mismo.

¿Qué se esconde debajo de esta curiosa coincidencia? En primer lugar deja entrever que a nivel social se considera al primer coito como un acto de especial relevancia. En segundo lugar, pone de manifiesto que el resto de actividades sexuales son consideradas como conductas menores. Y, en tercer lugar, que se considera al coito como la frontera que separa la sexualidad completa de la sexualidad inmadura o incompleta.

Sin decir a nadie lo que tiene que hacer vamos a hacer un viaje por expectativas, mentiras, incertidumbres y contradicciones que tenéis que soportar:

Expectativas de Ciencia Ficción: el coito es una actividad muy placentera y la primera vez que se realiza es algo poco menos que fantástico.  Expectativas de Cine Negro: el primer coito es doloroso y sucio, se desgarra el himen, se sangra y además determina un cambio sin retorno: dejar de ser virgen.Una visión más realista y menos radical (desde uno u otro extremo) nos haría a todos la vida más fácil. Por otro lado, llenar la cabeza de las chicas de temores acerca del dolor, garantiza que en realidad el dolor exista. Pensar con firmeza que el primer coito es doloroso es la mejor manera de conseguir que así sea.

La solución pasa por tener información real sobre este tipo de cuestiones, como el punto 'G', la eyaculación femenina o el multiorgasmo, y poder así apartar la visión de las expectativas.

Vamos, si os parece, de las expectativas a las mentiras.

Las mentiras del hímen

Durante mucho tiempo se ha considerado erróneamente que la presencia de sangre en el primer coito (resultante de la ruptura del himen) era prueba inequívoca de que una muchacha era virgen. En la actualidad sabemos que menos de un 30% de mujeres tienen una pequeña hemorragia en el primer coito. Es por tanto imposible que la mayoría de las mujeres tengan esta hemorragia en su primer coito.

El himen es un repliegue membranoso (una especie de telita) de la mucosa vaginal, cuya función es la protección de la vagina. La apertura vaginal (necesaria para la reproducción) tiene un pequeño inconveniente: puede permitir la entrada de gérmenes nocivos. Al llegar a la pubertad, aparece la flora vaginal (encargada de proteger a la vagina de infecciones y gérmenes), por lo que el himen comienza a ser innecesario. Así que con el paso del tiempo se torna más residual, menos grueso y menos vascularizado. Asociar un hecho anatómico (el himen) con un hecho moral (la virginidad) ha sido un profundo error. Lo uno no tiene nada que ver con lo otro.

Como anécdota os contaremos que las virgueras eran mujeres dedicadas profesionalmente a la reconstrucción del himen femenino. A pesar de sus escasos recursos técnicos demostraban gran destreza en el ejercicio de su trabajo, del cual dependía la rehabilitación social y moral de las mujeres casaderas. En castellano se mantiene una antigua expresión para definir una tarea muy bien hecha o adornada: es una virguería.

A pesar del marasmo, creemos que en la actualidad podemos disponer de unas cuantas claves que podrían facilitar la vivencia de este primer coito o, cuando menos, servirnos como puntos de reflexión. Ahí van a modo de propuesta o invitación, más que de imposición o criterios a seguir:

Una buena comunicación con la pareja: la conocida frase "tenemos que hablar" no siempre tiene por qué ser negativa. Tener una buena comunicación. Evidentemente implica un buen margen de confianza, permitirá conocer con claridad los deseos de la otra persona a la vez que expresar el deseo propio, algo que parece obvio; pero que generalmente se supone que el otro debe adivinar o no se lo puedo decir. Conforme aumente esa confianza, dejará de haber cuestiones incómodas en la pareja. Tomarse en serio la educación sexual: facilita la evolución personal. Frente a lo que se podría pensar, los colectivos de jóvenes que reciben una adecuada Educación Sexual retrasan de manera significativa la realización de su primer coito. Y esto sucede porque han tenido suficiente formación como para entender que el coito es una conducta entre otras tantas posibles, que implica unos riesgos que hay que saber manejar (embarazo, contagios de ETS) y en tanto no se disponga de recursos personales para manejar con responsabilidad sus consecuencias hay todo un mundo por cultivar sin necesidad del coito. El Deseo o la obligación: lo que se esconde aquí es el criterio por el que guiar nuestra sexualidad: el deseo o la obligación. El deseo nos puede llevar a los placeres, la obligación a los temores. No se trata de decir hay que hacer o dejar de hacer. Sino, tal vez, de preguntarse unos y otros: ¿Lo haces por tu propio deseo o por obligación (entiéndase moda, inercia, presión...)? Tal vez la clave no esté en lo que se haga o no; sino, y ésto es sólo una propuesta, en guiarse más por el deseo que por la obligación.¿Dudas? 

La asesoría sexológica del Cipaj atiende a personas de 14 a 30 años de forma gratuita sobre cualquier duda. Puedes contactar con ella a través de los datos de contacto que encontrarás en el Cipaj.

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