Así afectan seis tipos de sustancias a las relaciones sexuales

Los asesores Sexológicos del Cipaj y la Universidad de Zaragoza repasan las consecuencias en la intimidad de seis tipos de droga.

Así afectan seis tipos de sustancias a las relaciones sexuales
Así afectan seis tipos de sustancias a las relaciones sexuales

La búsqueda de sustancias externas para mejorar el rendimiento erótico/sexual ha constituido un anhelo histórico por parte de hombres y mujeres. Pero la realidad, contrastando diversos estudios científicos, es que las drogas constituyen enemigos para la respuesta sexual, el placer y el intercambio amoroso. "Estos son, de forma escueta y específica las consecuencias en la respuesta sexual de la ingesta algunas de las drogas, legales e ilegales más conocidas (dejamos de lado los demoledores efectos que conllevan sobre la salud en general)", explican Santiago Frago y Silberio Sáez, asesores Sexológicos del Ayuntamiento (Cipaj) y la Universidad de Zaragoza

Alcohol

El alcohol le hace a uno menos tímido pero es un mito que sea afrodisíaco, de hecho es un depresor y dificulta el juego erótico.

El alcohol puede alterar el comportamiento convencional facilitando la pérdida de control de algunas emociones y la desinhibición de conductas que se habían aprendido a controlar en sociedad. De esta forma puede facilitar la exposición del impulso sexual, pero como también inhibe partes del sistema nervioso autónomo implicadas en la erección, dificulta que ésta se alcance y en consecuencia también la penetración y el coito.

El alcohol difumina las sensaciones físicas y en la mujer dificulta el orgasmo; y en el hombre tras las primeras copas hay un incremento temporal y aparente del deseo sexual y la sociabilidad. Sin embargo, si continúa bebiendo, las funciones de la erección y eyaculación se deterioran sistemáticamente en relación proporcional a la dosis de alcohol, hasta el punto de disfunción total. Asimismo, el alcohol debilita la eficacia masturbatoria y disminuye el goce y la intensidad del orgasmo en ambos sexos.

En definitiva, el alcohol y el juego erótico, son una mala combinación porque disminuyen el placer sexual y colateralmente aumentan las prácticas de riesgo que conducen a embarazos inesperados e infecciones de transmisión genital.

Tabaco

Los graves efectos que la nicotina y el alquitrán provocan sobre la respuesta sexual se hacen generalmente patentes a partir de los 30 años, pero si quien lee este artículo es más joven y fuma, ha de considerar que sus sensaciones eróticas actuales serían mucho mejores si dejara de fumar.

Son bien conocidos sus efectos adversos sobre el sistema circulatorio, esencial para una buena función sexual, porque dificulta la irrigación sanguínea y facilita la aparición, a medio plazo, de disfunción eréctil en el hombre, así como problemas de lubricación y orgasmo en la mujer.

El tabaco lesiona la respuesta sexual a medio plazo porque ocasiona una pérdida sensorial generalizada (gusto, tacto, olfato) además de ser el peor enemigo para la piel.

Derivados del cannabis: marihuana y hachís

El cannabis procede de una gran planta que crece en países cálidos y secos. El THC (tetrahidrocannabinol) es el principal activo de la planta. La marihuana se elabora mediante la trituración de hojas, flores y tallos. El hachis es la resina de la planta, que se almacena en las flores. Su toxicidad potencial es mayor. Su uso terapéutico va acompañado de un riguroso control médico.

El consumo habitual de cannabis produce efectos negativos en la fertilidad, tanto en hombres como en mujeres.

Se han constatado casos de mujeres con disminución de la lubricación vaginal, lo que en ocasiones hace el coito más doloroso. Su consumo continuado suele conducir al desinterés por el sexo.

Opiáceos: heroína, morfina...

La heroína es el analgésico de origen natural más poderoso que se conoce, es de 5 a 8 veces más fuerte que la morfina siendo también mucho más adictiva que ella, aunque sus efectos son más cortos, lo que la convierte en una sustancia altamente peligrosa.

Tanto la heroína como la morfina parecen generar múltiples trastornos sexuales y se utiliza por los adictos como sustitutivo a veces de la propia actividad sexual.

Es bien conocido que los opioides disminuyen la respuesta sexual, pero cuánta disfunción sexual causan y la susceptibilidad individual a estos efectos sexuales negativos es variable.

En la mujer es frecuente la alteración del deseo sexual y la dificultad para sentir orgasmos. Igualmente son habituales las alteraciones menstruales. En los hombres, el efecto inicial más común de la heroína es la inhibición del orgasmo/ eyaculación; más tarde, puede provocar un descenso del deseo sexual y la respuesta sexual. Personas con eyaculación precoz pueden notar un retraso en la eyaculación a dosis pequeñas, pero la erección desaparece a dosis más altas.

Anfetaminas / éxtasis

Han sido utilizadas en medicina para el tratamiento de muchos trastornos (somnolencia, hiperactividad infantil, epilepsia) y se han consumido también como sustancias dopantes en el deporte. En la actualidad, su uso está limitado a prescripciones médicas muy concretas. En nuestro medio, es el éxtasis la anfetamina más utilizada.

Provocan euforia y desinhibición, y desde el punto de vista sexual, pese a generar un aparente aumento del deseo, dificultan las fases de la respuesta sexual.

En la mujer dificultan la excitación y producen problemas para alcanzar el orgasmo. En el hombre provocan dificultad para mantener la erección y producen retraso en la eyaculación.

Cocaína / crack

La cocaína es un polvo blanco que se obtiene secando las hojas de la planta de la coca. Como estimulante del sistema nervioso central, puede favorecer una transmisión más eficiente de los mensajes nerviosos. Sus efectos eufóricos pueden cambiar la percepción de uno mismo y de las propias experiencias o encuentros sexuales. Pero, por otra parte, tras los momentos de euforia aparecen los de depresión y su uso prolongado puede producir un deterioro del sistema nervioso central que conduce a una mengua importante de la función sexual.

Si bien es cierto que se cita con frecuencia a la cocaína como un fuerte estimulante sexual, también se sabe que provoca en ocasiones trastornos como la disfunción eréctil y erecciones dolorosas, así como una importante pérdida del deseo sexual.

Algunos consumidores creen que frotar el clítoris o el glande del pene con cocaína aumenta la sensibilidad y excitación sexual. Esto es incierto porque la cocaína ha demostrado ser un potente anestésico local. Con la cocaína se llega al peor viaje erótico.

En resumen: ninguna droga de las conocidas incrementa el deseo sexual.

El mejor estimulante de la pasión erótica es el cerebro: el amor, la imaginación, la fantasía, la admiración y la sorpresa. Jugar, crear, inventar, fantasear, explorar, descifrar, bucear, transgredir... son verbos que definen o puede definir un nuevo arte de amar.

Y si la imaginación se os agota o las dificultades se os presentan podéis pasaros por la asesoría sexológica donde intentaremos facilitaros nuevas búsquedas y soluciones.

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