El cerebro es una fuente inagotable de descubrimientos. Cuanto más se investiga y se estudia sobre él, más cosas se descubren sobre su funcionamiento.

Aunque existe el mito de que sólo utilizamos un 10% de nuestro cerebro, lo cierto es que este órgano trabaja por completo de manera ininterrumpida, pues es el responsable de todo lo que hacemos en nuestro día a día, hasta del detalle más mínimo y del acto más absurdo. A continuación te explicamos algunos de ellos.

¿Por qué se contagia el bostezo?No es por hambre, sueño o aburrimiento. Aunque los bostezos son una incógnita para el mundo científico, existen varias teorías sobre su causa.Una de las más extendidas señala que los bostezos son algo primitivo, que sirven para sincronizar conductas en grupo, algo que se relaciona con la empatía y la capacidad que tenemos para entender y ponernos en el lugar de otro. En cualquier caso, es probable que al acabar de leer este párrafo te entren ganas de bostezar, porque según algunos estudios, oír o incluso leer la palabra ‘bostezo’ también puede producirnos este acto involuntario.

¿Por qué tus padres te llaman por el nombre de tu hermano?No te preocupes, no es porque sea su favorito de la familia. Según un estudio de la Universidad de Duke, llamar a una persona por el nombre de otra se produce debido a un fallo cognitivo de nuestro cerebro, que reemplaza de forma inconsciente los nombres de las personas que pertenecen a un mismo grupo social. Esto error no solo se produce en el ámbito familiar, sino que también puede pasar con cualquier otro grupo, como compañeros de trabajo o amigos.

¿Por qué bajamos el volumen de la música cuando vamos a aparcar en el coche?Aunque hay quien presume de poder hacer dos cosas a la vez, el cerebro no es una máquina tan eficaz y rara vez puede prestar atención completa a más de una actividad. Si tenemos la radio encendida, al aparcar el coche nuestro cerebro está pendiente de la música que suena y de cómo maniobrar para encajar el coche en la plaza de aparcamiento. Esta segunda tarea requiere un gran “consumo” por parte de nuestro cerebro, por lo que, de manera inconsciente, este ordena a nuestro cuerpo disminuir el volumen de la música para poder centrar todos los esfuerzos en esta actividad.