Heraldo del Campo

El olivo, símbolo de la paz, reconquista el Líbano

La Universidad de Zaragoza colabora en el proyecto Almazara, una iniciativa del Ministerio de Defensa para apoyar la recuperación de este país mediterráneo.

Un momento de una de las sesiones prácticas que se llevaron a cabo en una de las fincas del Líbano.
Un momento de una de las sesiones prácticas que se llevaron a cabo en una de las fincas del Líbano.
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En la antigua Roma y Grecia una rama de olivo era el símbolo de la paz, y se usaba para ofrecerles a los ejércitos enemigos el fin de las hostilidades. Varios miles de años después, los olivos recuperan este papel en el Líbano, un país duramente afectado por los conflictos bélicos, y lo hacen gracias al proyecto Almazara, una iniciativa conjunta entre el Ministerio de Defensa y varias universidades españolas que se va a desarrollar durante unos años para apoyar la recuperación de este país mediterráneo.

Una propuesta que, en este caso concreto, surge a petición del contingente militar aragonés Brilib XXIX, y que ha contado, para el desarrollo de su primera fase, con profesorado de la Escuela Politécnica Superior de Huesca, de la Facultad de Veterinaria de Zaragoza y de la Escuela de Ingenierías Agrarias de Badajoz.

«Nuestra actividad ha consistido en poner en marcha, sobre el terreno, una serie de formaciones teóricas y prácticas dirigidas a formadores del país, la mayoría de ellos responsables de almazaras o cooperativas libanesas. Les hemos enseñado cuestiones muy prácticas, centradas en técnicas de recolección y procesado de la aceituna. Y lo hemos hecho en un país que puede presumir de tener olivos de más de 4.000 años de antigüedad y que, a pesar de estar inmerso en un gran clima de inestabilidad, ha comenzado a plantar olivos de nuevo, aunque en este caso los inversores son en su mayoría extranjeros», indica José Casanova, profesor de Producción Vegetal del Campus de Huesca, que se encargó de activar esta iniciativa en Aragón.

Durante diez intensos días, media docena de profesores, tres de la Universidad de Zaragoza y tres de Extremadura, se encargaron de resolver las dudas que iban surgiendo sobre el terreno. «Han sido unas jornadas muy productivas, porque un día íbamos al campo para centrarnos en aspectos relacionados con la cosecha y las plagas que pueden afectar al olivo en esta época del año y otro día nos dirigíamos a las almazaras para hablar de las mejoras que podrían implementarse, con costes muy bajos o incluso sin costes, para conseguir más cantidad de aceite y de mejor calidad» matiza Casanova, quien recuerda que en estas visitas los asistentes tuvieron la ocasión de participar en catas de aceite de oliva de Aragón y el Líbano.

Formación práctica

En total, han tomado parte en esta iniciativa más de 40 personas y los resultados han sido muy positivos. «Hemos intentando explicarles que, con pequeños cambios en la rutina de trabajo, se pueden conseguir resultados muchísimo mejores. Ellos tiene maquinaria, facilitada en muchos casos por oenegés, pero no saben utilizarla bien o, si lo hacen, luego no la mantienen correctamente, por desconocimiento, sobre todo. Algo que también ocurre en la recolección, ya que antes cogían las olivas y las almacenaban en sacos durante tiempo hasta poder llevarlas a la almazara. Ahora saben que no se puede guardar y que hay que procesarlas en cuanto se puede para que la calidad del aceite sea la mejor. Pequeños gestos que para ellos serán muy provechosos», concluye Casanova.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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