Heraldo del Campo

La siniestralidad del seguro agrario supera los 655 millones de euros

La siniestralidad del seguro agrario supera los 655 millones de euros

Hasta final de septiembre de 2018, la superficie agrícola siniestrada ha sido de 1,3 millones de hectáreas. Lo más destacado, los reiterados, generalizados y prolongados pedriscos, cuyos daños superan los 270 millones.

Los frutales han sufrido cuantiosas pérdidas a lo largo del año.
Los frutales han sufrido cuantiosas pérdidas a lo largo del año.
Agroseguro

Si algo está caracterizando al año 2018 es su adversa climatología, que está afectando, sobremanera, a los cultivos agrícolas de toda España, de norte a sur y de este a oeste. Lluvias torrenciales, que han provocado numerosas inundaciones, tormentas de granizo, olas de calor que originan escasez de agua... A fecha de 30 de septiembre, en España habían ocurrido todo tipo de fenómenos extremos, con una incidencia muy severa en las explotaciones agrícolas y ganaderas de toda la geografía. Esto ha originado que la siniestralidad del seguro agrario, en ese momento, superara los 655 millones de euros, encadenando dos años consecutivos muy excepcionales.

Tras un 2017 que fue el segundo peor de la historia del seguro agrario -sistema que ya cuenta en España con cuatro décadas de desarrollo-, con la gravísima sequía como principal responsable, el ejercicio 2018 se está comportando de manera diferente, pero igualmente negativa. Las reiteradas y prolongadas tormentas, especialmente de pedrisco, junto con varios episodios de heladas y fuertes vientos, han derivado en una altísima siniestralidad.

De ahí que una de las principales preocupaciones actuales sea si todo esto es un efecto del cambio climático y, por tanto, hay que modificar las perspectivas para el futuro a medio y largo plazo.

Por orden cronológico, a finales de febrero y de marzo se produjeron sendos episodios de heladas. El primero provocó daños, sobre todo, en las producciones de fruta temprana y extratemprana en las provincias de Murcia y Valencia; el segundo, además de incidir en esta misma zona, con importantes daños en el caqui valenciano (más de 4.600 ha), también afectó, aunque con menor intensidad, a Aragón, Cataluña y Andalucía.

A comienzos de marzo, la borrasca Emma llegó a la península causando daños sobre todo en la zona de producción de fresa, fresón y frutos rojos de la provincia de Huelva. Esta borrasca afectó severamente al archipiélago canario, causando importantes daños en explotaciones de plátano.

Además, las intensas precipitaciones que se han producido desde principio de año, acabaron por originar el desbordamiento de algunos ríos, en especial el Ebro, causando daños por inundación en algunos de sus municipios ribereños, así como los de otros ríos, como el Arga y el Aragón. Los daños se concentraron en Navarra, La Rioja y sobre todo en Aragón, en la provincia de Zaragoza, con 9.000 hectáreas del total de las 12.000 afectadas, la gran mayoría en cereal y alfalfa.

Heladas

Con el arranque del mes de mayo, en concreto durante la madrugada del día 1, se produjo una entrada de aire frío procedente del norte que provocó el desplome de las temperaturas tanto diurnas como, muy especialmente, nocturnas, ocasionando daños por helada en las producciones de uva de vinificación especialmente en Castilla-La Mancha (25.000 ha). Con posterioridad, la madrugada del 13 de mayo se produjo otra brusca bajada de temperaturas, esta vez en la meseta norte, ocasionando daños en la Ribera del Duero y en zonas de la Rioja Alta. El estado de desarrollo de la viña en el momento en el que ocurrió el siniestro era muy variable, pero ya se había iniciado la brotación, lo que situaba al viñedo en un momento extremadamente sensible al frío.

Pese a todo, el principal protagonista del año está siendo el pedrisco. Desde el inicio de la primavera, se repitieron las tormentas acompañadas de granizo, causando daños a numerosas producciones agrícolas, lo que constituye una situación normal en esta estación. Pero, en mayo se produjo tal reiteración de fenómenos tormentosos que la situación meteorológica pudo calificarse de claramente anormal.

Los pedriscos continuaron en el mes de junio, agravando los daños en numerosas zonas y producciones agrícolas. Los más importantes se concentraron en Extremadura, Castilla-La Mancha y la región de Murcia, aunque también fueron cuantiosos en Cataluña, Castilla y León y Aragón. Además de los frutales, se vieron afectados cultivos de cereales, uva de vinificación, cítricos, hortalizas y otros leñosos. La situación se agravó en julio, con numerosas tormentas de extraordinaria intensidad, como la que afectó al caqui en Valencia o las que se repitieron en Castilla y León, Navarra y La Rioja.

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